La revolución "de las pantuflas" y los anarquistas: crónica de la charla informativa sobre las protestas en Bielorrusia en Sant Andreu (Barna)
El pasado 19 de noviembre a las 19:30 horas se realizó en el Ateneo Libertario del Palomar (llenguadoc, 25) una charla con compañeros anarquistas de Bielorrusia, presencialmente y a través de videoconferencia, sobre la represión contra el anarquismo en este país de Europa del Este, a raíz de las protestas contra la reelección del presidente Alexander Lukashenko por un posible fraude electoral y sus políticas sociales y económicas. El nombre que se ha dado a estas movilizaciones proviene de una fotografía, que mostraron varios medios occidentales, de un hombre manifestándose en la capital Minsk con dos zapatillas en la mano. Los compas de Bielorrusia nos informaron que se produjeron varias detenciones, unas 400 y pico, como consecuencia de las protestas por la reelección del 9 de agosto de 2020.
Al principio, nos indicaron, la
capacidad de incidencia que tenía el anarquismo bielorruso era minoritaria y no
tenía mucha capacidad para cambiar la realidad: el protagonismo principal era
de la gente común harta del régimen. Además, existía la táctica, que reducía
enormemente su capacidad de incidencia, de las autoridades de arrestarlos
preventivamente y encarcelarlos durante algunos días (normalmente 15 que podían
alargarse 15 más) esperando que se calmara la situación. También señalaron que,
en un primer momento, la preocupación y atención policial estaba enfocada,
prioritariamente, en los partidos de la oposición más que en los libertarios.
La táctica ácrata, por entonces, era ir a las manifestaciones a título
individual sin mostrar banderas negras ni otros símbolos que los identificaran
como corriente sociopolítica.
Hay que señalar también, las tareas
de apoyo, realizadas por los ácratas bielorrusos a los manifestantes civiles,
sobre cómo afrontar la represión de la policía antidisturbios: indicando lo
inoportuno de correr ante el lanzamiento de bombas de humo o abriendo cuentas
de telegram para comunicar convocatorias callejeras. Estas, de las
cuales hay tres, son el único medio que se está usando actualmente para tal
fin. Actualmente se encuentran en prisión 12 anarquistas y antifascistas, el
caso que está despertando la solidaridad de los revolucionarios actualmente es
el de 4 antifascistas que están en prisión por bloquear una calle y enfrentarse
a la policía. También urge apoyar a 4 anarquistas detenidos por intentar cruzar
la frontera hacia Ucrania pues estaban siendo buscados por, supuestamente,
atacar con fuego algunos edificios y coches policiales: uno consiguió evadirse,
pero los otros fueron capturados por la policía.
Las cifras son de más de 25.000
detenidos y más de 1.000 encarcelados en los últimos meses. A parte, existen
más de 4.000 casos denunciados de malos tratos a detenidos, certificados con
informes médicos, de los cuales ninguno con resultado de condena a algún agente
policial. Incluso el Gobierno ha llegado a lanzar una ofensiva represiva contra
el cuerpo de médicos por denunciar las torturas. Los ponentes nos indicaron que
actualmente Minsk es como la novela distópica de George Orwell 1984 pues
está todo controlado: a un barrio que destacaba por tener muchas banderas
contra el gobierno le cortaron el suministro de agua. Actualmente las
autoridades están atareadas en evitar que la gente se concentre para próximas
convocatorias y manifestaciones.
La pregunta iba a colación del
hecho de constatar que en otros movimientos sociales alrededor del mundo, como
por ejemplo las protestas en Egipto que terminaron con la renuncia de Hosni
Mubarak, también se observó la presencia de hooligans de fútbol: esto
parecería contrastar con las características de cierto hooliganismo en
España que parece, en general, más bien apolítico cuando no directamente
contrario a las movilizaciones (creo recordar algunas amenazas por la red de
estos sectores del barcelonismo a la Acampada del 15-M en Plaza Catalunya
coincidiendo con una de sus celebraciones). También se preguntó por la posición
de los anarquistas bielorrusos respecto al apoyo de ciertos grupos de la izquierda
estalinista al gobierno de Lukashenko bajo el demagógico discurso pseudoantiimperialista
contrario a Occidente que manejan las autoridades.
Así indicaron que, en
consecuencia, no se encuentra participación alguna de grupos estalinistas en el
antifascismo bielorruso. Por otra parte, hubiera sido interesante plantear si
existe alguna confrontación con algún tipo de antifascismo institucional pues
los países de la órbita exsoviética que son gobernados aún por sus herederos
ideológicos, como es el caso que nos ocupa, acostumbran a manejar un antifascismo
vacío de contenido que se relaciona, demagógicamente, con la lucha contra
los nazis en la Segunda Guerra Mundial. Los ponentes indicaron también, de
forma que no pude comprender muy bien, la participación puntual de grupos comunistas
y trotskistas provenientes de Rusia en las protestas y que
intentaban organizar a los trabajadores pues, según parece, no existen grupos
de estas características en el país.
Según Artiuk son principios de
autoorganización que rompen con el sindicalismo burocrático oficial: pues el
gobierno filosoviético de Lukashenko ha buscado siempre encorsetar a la clase
obrera en estructuras burocráticas de obediencia a las instituciones prometiendo
estabilidad en el empleo a costa de los bajos salarios. Un modelo hibrido,
pues, entre un control institucional que busca diluir la conciencia de clase y
substituirla por la obediencia a los mandos, y el neoliberalismo capitalista y
su deterioro consecuente de la capacidad adquisitiva y el nivel de vida de los
trabajadores. Me quedó la duda de si este mandar a la mierda a los
grupos marxistas comentados se corresponde a un intento libertario de estar
presentes en los centros de trabajo o simplemente se trabaja en otros espacios.
En este sentido, la unión de trabajadores y manifestantes, junto al papel de
agitación que puedan hacer los libertarios, esperemos que lleve a algo más que
un quebradero de cabeza al gobierno capitalista y autoritario de Lukashenko.
Alma apátrida
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