¿Antiautoritario y/o revolucionario? Caóticas ideas sobre las (asumibles) contradicciones del anarquismo
El pasado 2 de marzo de 2024,
sobre las 19:00 horas, se realizó en el espacio okupado de la Cinetika, en el
barrio del Palomar de Barcelona, un debate sobre luchas sociales y anarquismo,
en el marco del 50 aniversario de la ejecución de Puig Antich, por parte de la
criminal dictadura capitalista franquista. Allí, un buen compañero, insistió en
los aspectos éticos antiautoritarios del anarquismo y en la importancia de la
diversidad como un valor indisociable de nuestro ideal. También puntualizó
otras cuestiones que, ahora mismo, no recuerdo pero que son igualmente
interesantes. Quiero decir que, a mi modo de verlo, el anarquismo, es un
pensamiento hecho por personas y, por lo tanto, no es infalible ni ausente de
contradicciones. La cuestión no es esa: la cuestión es saber si esas
contradicciones son asumibles, es decir, si pueden ser resueltas en el mismo
seno del anarquismo.
La principal contradicción
radica, a mi parecer, en que el anarquismo es revolucionario y antiautoritario
a la vez. Y como dijo Friedrich Engels, con la intención de polemizar con los
anarquistas, una revolución es de los actos más autoritarios que existen. Y aun
citando a un teórico, conocido por su anti-anarquismo ciertamente visceral,
esto no debería dejarnos de tener en cuenta sus consideraciones pues es una
falacia argumentativa rechazar algo por donde proviene y no en base a un
análisis de lo que dice. Aun así, puede haber, ante esto que estoy diciendo,
quien proteste airado diciendo que no es cierta esta contradicción que estoy planteando,
pero, repito, la cuestión no es, a mi parecer, negarla sino saber si puede ser
resuelta desde dentro de nuestro movimiento.
Así lo entendieron, de hecho, el
grupo “Nervio” de Diego Abad de Santillán y también Federica Montseny quienes afirmaron
que, llevar adelante las propuestas de “Nosotros”, significaría implantar la
“Dictadura anarquista” en Cataluña y que, esto, des del punto de vista de la
ética antiautoritaria del anarquismo, era un contrasentido. El grupo “Nervio”
estaba siendo totalmente coherente, a mi parecer, con su visión del anarquismo
que era, sobre todo, de raíz individualista y humanista (no olvidemos que Abad de Santillán militó, también, en la Federación Obrera Regional Argentina – F.O.R.A.
que era deudora de estos planteamientos). Voy a decir que, sinceramente, admiro
la honestidad de estos dos compañeros con el ideal al igual que valoro la
intervención del compañero en el acto de la Cinetika.
Una de las aceradas críticas del P.O.U.M., a los anarquistas en ese momento, es que estos eran unos ingenuos que pretendían convencer a los contrarevolucionarios de que había que hacer la revolución. La contradicción antiautoritarismo-revolución, entonces, se resolvió mal haciendo una revolución “a medias” que, precisamente, por estar inacabada acabó siendo aplastada ¿Cuál puede ser, entonces, la solución a este dilema? Personalmente, no creo tener la respuesta definitiva, seria absurdo, pero me aventuraré a decir algo. Considero que el anarquismo es o debería ser, fundamentalmente, un movimiento revolucionario y que el antiautoritarismo debe estar presente como faceta autocrítica del proceso revolucionario. Es decir, considero, que nuestra prioridad es la transformación revolucionaria de la sociedad y que, en todo caso, la ética antiautoritaria debe actuar como un aspecto de análisis y crítica interna de nuestro desempeño militante.
Por ejemplo, aunque parece que el
grupo “Los Solidarios” (antecedente de “Nosotros”) llegó a defender la
“Dictadura de los Sindicatos” y el “Ejército Revolucionario” (este último
aspecto al igual que el guerrillero anarquista campesino ucraniano Néstor Makhno)
nunca fue un grupo formado por la “intelligentsia” pequeño burguesa, desplazada
al campo proletario, sino un grupo formado por los mismos proletarios. Y esto
es muy importante. Tampoco la “Dictadura de los Sindicatos” es comparable a la
“Dictadura del Partido” al convertirse esta última, más fácilmente, en un nido
de arribistas y oportunistas a los que no se exige ser trabajadores para formar
parte de la organización.
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