¿Dios ha muerto? el anarquismo revolucionario ante el resurgir del fenómeno religioso

1) El secularismo: un paradigma en entredicho

La sociología siempre ha sido una disciplina que se ha caracterizado por la escasez de consensos con la excepción, hasta hace bien poco, del papel de la religión en la sociedad moderna: se consideraba que esta estaba condenada a la marginación y a la irrelevancia. Y esto fue así tanto en sus versiones positivistas (políticamente conservadoras e incluso protofascistas) como weberianas (de naturaleza liberal). En el primer caso, Émile Durkheim consideró que las sociedades industriales se caracterizaban (a diferencia de las del Antiguo Régimen) por formas de conciencia “débiles y difusas” que solo podían llevar a una atenuación de las expresiones religiosas y a la emergencia, en consecuencia, de nuevas formas seculares de “religar” el tejido social. En el segundo, Max Weber relacionó la Reforma protestante (por deshacerse de los aspectos rituales y sacramentales del catolicismo) con un proceso de racionalización de largo alcance que, al final, fue desprendiéndose del fenómeno religioso que había sido causa de su alumbramiento.

Este paradigma, caracterizado por un ferviente optimismo secular, empezó a ser cuestionado a partir de los años 80. Algunos sociólogos señalaron que este partía más del compromiso ideológico que de la reflexión teórica. También señalaron la confusión de los niveles macro y micro del análisis diferenciando entre la baja participación en las instituciones religiosas y la alta permanencia de las creencias a un nivel individual. Otro enfoque (Rodney Stark, 2006) cuestionó que el acercamiento de las personas a la religión se caracterizara siempre por cuestiones como el “miedo y la ignorancia” y lo relacionó con una forma de conseguir “recompensas sociales” ante la inexistencia de medios alternativos. Es decir, este nuevo paradigma, que coincide con la crisis económica, señala un proceso de transición de una situación donde la fe es mantenida, en gran medida, en el nivel individual (contradiciendo, en cierto modo, el optimismo secular) a otra donde renace como forma de expresión y organización social ante la carencia de alternativas seculares.

Dicho de otro modo ¿Es compatible criticar el asistencialismo, como algo ajeno a un proyecto revolucionario, y luego pretender que la gente no recurra a formas religiosas, como alternativa de “solidaridad” social, ante la crisis económica y el deterioro del mal llamado Estado del Bienestar? Si entendemos que dicho asistencialismo nos quita un tiempo valioso que hay que orientar a la lucha ¿No debería materializarse esta, también, en reivindicaciones concretas que puedan traducirse en victorias, quizás pequeñas, pero tangibles que eviten el fortalecimiento de la “alternativa” organizativa religiosa? Pero considerando, también, que, si el mal llamado proceso de secularización no ha llevado, siempre y necesariamente, a la desaparición de las creencias religiosas sino a su refugio en el ámbito individual ¿No sería mejor cambiar nuestra forma de abordarlas que no pase por actitudes condescendientes a través de un ateísmo, quizás militante, pero a menudo mal entendido?

2) Karl Marx y la crítica materialista de la religión

Se acostumbra a señalar “La cuestión judía” de 1844 (publicada en los Anales Franco-Alemanes) como la reseña que indica la transición del democratismo burgués al comunismo en el pensamiento del joven Karl Marx. Ahora bien, según el filósofo marxista José Manuel Bermudo Ávila, las posiciones de Marx en este texto solo son, aun, parcialmente correctas pues pecan de cierto mecanicismo. Ignoran el papel de la ideología, en este caso, en su forma religiosa. Dice Marx respecto a los judíos alemanes:

“No estamos afirmando que tengan que acabar con su limitación religiosa para poder destruir sus barreras terrenales. Lo que afirmamos es que acabarán con sus limitaciones religiosas en cuanto destruyan sus barreras terrenales. No estamos convirtiendo los problemas terrenales en problemas teológicos…El problema de las relaciones de la emancipación política con la religión, para nosotros se convierte en el problema de las relaciones de la emancipación política con la emancipación humana”.

Para Karl Marx, entonces, la lucha contra el sistema capitalista y su fundamento en la propiedad privada (y no, simplemente, por la laicidad del Estado como critica a Bauer) es lo que permitirá emancipar al judío, en primer lugar, como trabajador y, en segundo lugar, como creyente. Para Bermudo Ávila, Marx no había comprendido, aun, que la lucha económica, política e ideológica esta estrechamente interrelacionada y no se puede, simplemente, hacer derivar una de la otra. Es decir, si hemos visto que, en ocasiones, el mal llamado proceso de secularización no ha eliminado el fenómeno religioso, sino que lo ha replegado a una opción individual, la lucha por las mejoras en las condiciones de vida, aun consiguiendo pequeñas victorias, no diluirá (o transformará) de por si las creencias religiosas. Es necesario aunar a esta lucha económica, además de la política (que, para nosotros, los anarquistas, significa una crítica al Estado y sus fundamentos) la ideológica: que, en este caso, significa, necesariamente, una crítica ideológico-teológica.

3) Mikhail Bakunin y la crítica ideológica de la religión

En el año 1871, el teórico y revolucionario anarquista ruso escribió la que, seguramente, es su obra más conocida: “Dios y el Estado”. En ella desarrolla, precisamente, aquella crítica ideológico-teológica que, según Bermudo Ávila, le faltaba al joven Marx de “La cuestión judía”. En ella afirma:

“El cristianismo es, precisamente, la religión por excelencia, porque expone y manifiesta, en su plenitud, la naturaleza, la propia esencia de todo sistema religioso, que es el empobrecimiento, el sometimiento, el aniquilamiento de la humanidad en beneficio de la divinidad”.

En otra parte de la obra, menciona diferentes credos religiosos y los expone de la siguiente manera:

“En el mahometismo no existe ni la sombra del colectivismo nacional y restringido que domina en las religiones antiguas y del que se encuentran siempre algunos débiles restos hasta en el culto judaico. El Corán no conoce pueblo elegido; todos los creyentes, a cualquier nación o comunidad que pertenezcan, son individualmente, no colectivamente, elegidos de Dios. Así los califas, sucesores de Mahoma, no se llamarán sino jefes de los creyentes.

Para seguir luego:

“Pero ninguna religión impulsó tan lejos el culto del individualismo como la religión cristiana. Ante las amenazas del infierno y las promesas absolutamente individuales del paraíso, acompañadas de esta terrible declaración que entre los muchos llamados no habrá sino muy pocos elegidos, la religión cristiana provocó un desorden, un general sálvese quien pueda (…)”.

Es decir, Bakunin critica del islam y el cristianismo, pero sobre todo del segundo, su “individualismo disolvente” y su “destrucción de la comunidad humana” al hacer a las personas solidarias “solo en el pecado” (e individualistas “solo en la salvación” diría yo). Es curioso, aun así, que considere más disolvente el cristianismo: pues al ser revelado, según la tradición islámica, el Corán en la lengua árabe (alugá al-arabiya) se mantiene, entonces, cierto vínculo cultural con un pueblo determinado, si bien el islam también es, de hecho, una forma de universalismo. El problema que, personalmente, veo al pensamiento de Bakunin es que al hacer una crítica al “individualismo liberal” de raíz cristiana, partiendo de las religiones antigua y judaica, se corre el riesgo de caer en el anacronismo de basar tu discurso en formas de sociabilidad precapitalistas. Paradójicamente, la postura de varios anarquistas respecto a la religión cristiana será más pragmática que el verbo incendiario de Bakunin.

4) Cuando los anarquistas citaban la Biblia…

Este es el título de una interesante obra de Joël Delhom y Daniel Attala donde nos muestra que el interés de los anarquistas por el mensaje bíblico se remonta a P. J. Proudhon: este redactó una extensa obra de cinco volúmenes de comentarios de la Biblia (la “Bible anotée”, de 1866, de la que salió una traducción al español, tres años después, del primer tomo “Los Evangelios anotados”). En ella hace una crítica del Nuevo Testamento, pero reivindica la figura de Jesús como revolucionario. El mismo Bakunin ensalza también la figura de Jesús como “predicador del pobre pueblo” y “consolador de los miserables”, aún así, en su obra vista anteriormente. Y Piotr Kropotkin, se remite a las Escrituras para acusar a una burguesa de “farisea”. A partir de aquí, en numerosas ocasiones, la Biblia y las Escrituras serán movilizadas, a favor de la Revolución Social, en anarquistas franceses, españoles e hispanoamericanos como Charles Malato, AlmaFuerte (seudónimo de Pedro B. Palacios), Alberto Ghiraldo, Rafael Barrett, José Domingo Gómez Rojas o Federico Urales.

¿Por qué? Porque a pesar de las duras invectivas ateas del “Dios y el Estado” de Bakunin, los anarquistas, de finales del siglo XIX y principios del XX, se dieron cuenta de las características del acervo cultural de su auditorio (muchos de ellos campesinos, recién convertidos en obreros industriales) lo que convirtió, a muchos de estos propagandistas de la Idea, en verdaderos eruditos en el mensaje bíblico. Era, simplemente, una posición pragmática de cara a hablar un lenguaje entendible hacia aquellas personas que se pretendía organizar y movilizar para la defensa de sus intereses materiales. Cualquier paralelismo, a nivel de reflexión, que se quiera hacer respecto la sociedad multicultural actual, las formas de conciencia presentes en ella y el mal llamado proceso de secularización no es baladí y podría dar lugar a múltiples debates en el seno del anarquismo (al menos en el que tiene una perspectiva social que, como es sabido, no es el único). Recordemos, también, las apreciaciones de Bermudo Ávila sobre las deficiencias en el pensamiento del joven Marx respecto a este tema.

5) El islam: un debate entre fundamentalismo capitalista y comunismo

Sayyid Qutb, escritor egipcio nacido en 1906, se considera uno de los principales teóricos del fundamentalismo islámico. Se trataba de un ferviente anticomunista y opinaba que los que consideraban las “barreras a la propiedad privada” como el único medio para alcanzar la justicia social, defendían:

“(…) teorías imaginarias, no enraizadas en la experiencia práctica, que suponen que tales limitaciones pueden imponerse, como sistema de gobierno o ley, a una nación o a un número determinado de naciones”.

Entonces, su concepto de la justicia social se basaba, fundamentalmente, en el zakat (limosna obligatoria en el islam). De igual forma, y con anterioridad, reformistas de la primera salafiyyah como Yamal al-Din al-Afgani o Muhammad Abduh señalaron la incompatibilidad del comunismo y el islam y, por extensión, del materialismo estricto (Sayyid Qutb afirmaba, de hecho, que el islam se diferenciaba del cristianismo por su combinación de aspectos materiales y espirituales). Aún así, en 1948, el ministerio egipcio del Interior deseó conocer la opinión de los ulemas (sabios religiosos) de la Universidad Al-Azhar sobre las doctrinas contenidas en un libro titulado al-Suyuiyya fi’l-islam (el comunismo en el islam) en el cual se trata de los dichos de Abu Darr al-Gifari (compañero de Mahoma) y precursor del comunismo islámico. Tal era la preocupación. Al parecer, Abu Darr al-Gifari opinaba que cada uno debía gastar en el Sabil Allah (la via de Alá) cuanto no le fuera necesario y que no era lícito acumular lo superfluo. El intelectual musulmán indio, Ashgar Ali Engineer, nos aporta mayor información sobre Abu Darr en su obra “Teología Islámica de la Liberación” donde afirma que sus ideas comunistas estaban sustentadas en la siguiente aleya coránica:

“¡Creyentes! Muchos doctores y monjes devoran, si, la hacienda ajena injustamente, desviando a otros del camino de Dios. A quienes atesoran oro y plata y no lo gastan por la causa de Dios, anúnciales un castigo doloroso”. (Corán 9: 34).

Así, según la tradición, Abu Darr solía recitar esta aleya y exhortar a los musulmanes que empezaban a entregarse al lujo. Parece ser que empezó a ser visto como una molestia, por la clase emergente de nuevos ricos, y exiliado al desierto de Rabza donde murió en soledad. Se trata de un precursor que tendría, posteriormente, otros continuadores como el andalusí Ismail al-Ruayni o la secta herética de los cármatas ismailíes. En todo caso, entonces, cuestiona las ideas fundamentalistas de Qutb y de la primera salafiyyah de Al-afgani y Abduh respecto a la supuesta incompatibilidad de comunismo e islam: y no hace falta decir, creo, que estas reflexiones también son, en gran medida, válidas para el anarcocomunismo pues, si bien, a nivel doctrinal este profesa un ateísmo más radical que el pragmatismo religioso marxista en la práctica ya se ha visto que no siempre fue así.

6) Conclusiones

Quiero puntualizar que cuando hago estas reflexiones no me refiero, necesariamente, a que la crítica ideológico-teológica deba estar siempre presente en las luchas sociales cotidianas. Pero si es posible que surja en las reflexiones que salen, a veces, de forma informal entre las personas más implicadas. Y si no sale, o sale poco, puede ser porque no se incentive suficiente la participación. La elaboración de una teoría revolucionaria no es, aunque pueda parecerlo e incluso a veces genere algunas risas socarronas, una cuestión menor. Necesitamos entender la sociedad en la que vivimos para transformarla y sobre todo no debemos echarnos atrás si vemos que la lucha adquiere, espontáneamente, unas formas ideológicas que rechazamos o no comprendemos. Eso debe ser, en todo caso, un poderoso aliciente para romper nuestros límites.

           

                                                                                                                                             Alma apátrida

 

Bibliografía

ESTEBAN SANCHEZ, VALERIANO La secularización en entredicho: La revisión de un debate clásico de la sociología Universidad de La Laguna en LUCKMAN, T y otros El fenómeno religioso Fundación Centro de Estudios Andaluces, 2008. Páginas 299. 300, 301, 303 y 304.

MARX, KARL La cuestión judía en Los Anales franco-alemanes Editorial Martínez Roca, Barcelona. Páginas 229-230 en BERMUDO ÁVILA, JOSÉ MANUEL El concepto de praxis en el joven Marx Ediciones Uno en Dos. Madrid, 2023. Página 189.

BAKUNIN, MIGUEL Dios y el Estado Biblioteca y Ediciones Júcar, 1975. Páginas 53, 197 y 198.

DELHOM, JOËL y ATTALA, DANIEL Cuando los anarquistas citaban la Biblia: Entre mesianismo y propaganda Los libros de la Catarata, 2014. Páginas 38, 41, 42 y 70.

QUTB, SAYYID Justicia social en el islam Almuzara, 2007. Páginas 159 y 160.

MARÍA PAREJA, FÉLIX Islamología (Vol. 2) Athenaica – Ediciones Universitarias, noviembre de 2016. Páginas 843 y 844.

ENGINEER, ASGHAR ALI Teología Islámica de la Liberación Universidad Carlos III de Madrid – Cátedra de Teología y Ciencias de la Religión – Religión y Derechos Humanos y Junta Islámica, 2010. Páginas 64 y 65.

CORTÉS, JULIO (Trad.) El Corán Herder, 2016. Página 192.

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