1) Introducción: la anarquía y
la cuestión del poder
El 14 de julio de 2009, el Centro
de Investigación Libertaria y Educación Popular, vinculado a la Red Libertaria Popular
Mateo Kramer (organización anarquista especifista de Colombia) publicaba un
artículo titulado “Anarquismo y Poder Popular” donde, en grandes líneas,
afirmaba que el “error” de algunos anarquistas había sido concebir la categoría
“poder”, exclusivamente, como “dominio”, como “poder-sobre” y no como
“poder-hacer” o “poder-construir”. Este argumento (que guarda estrecha relación
con las nociones liberal y socialista de libertad negativa y positiva,
respectivamente) les servía a estos especifistas para replicar a aquellos
anarquistas más ortodoxos y así deslizar su apuesta por el “Poder Popular”
dentro del movimiento libertario.
Ahora bien, a mi parecer; que
sostengo que la crítica al “Poder Popular” debe dirigirse, sobre todo, al
interclasismo que implica dicha noción, este debate sigue presa de los malos complejos
que afectan a la visión más idealista (en el peor sentido del término) del
anarquismo ¡Por supuesto que el anarquismo revolucionario es partícipe,
también, de las nociones de “dominio” o “poder-sobre”! ¿Acaso no es necesario
actuar “sobre” o “dominar” a las fuerzas contrarrevolucionarias? ¿Acaso no es
contradictorio, muchas veces, pregonar un inmediatismo anarquista y después
pretender que todo el mundo, o la mayor parte de él, estará convencido de la
necesidad de la nueva sociedad? ¿No es de lógica suponer que como más libertad
demos a nuestra impaciencia revolucionaria más oposición vamos a encontrar y no
por eso vamos a caer en el etapismo reformista? Ya Mikhail Bakunin en “La
instrucció Integral” (1869) decía respeto a los objetivos de la “Ciència
de govern”:
(...) Una força científicament organitzada, ciència d’enganyar i dividir a les masses populars, de mantenir-les sempre en una saludable ignorància perquè no puguin mai, ajudant-se i unint esforços, crear un poder capaç de derrocar-los (...)”.
Es decir, que el revolucionario
anarquista ruso ya indicó, en su momento, que la principal preocupación de los
gobiernos era que las masas populares creasen su propio poder. No, considero
que el anarquismo no está en contra del “Poder” (que así a bote pronto no deja
de ser una abstracción inaprensible) sino en contra del “Estado” y de las
formas de “Poder”, ahora sí, de él derivadas: ya Friedrich Engels en “El Origen
de la Familia, la Propiedad Privada y el Estado”, de 1884, señalaba la
interrelación de todas estas “formas de poder” en la incipiente división de la
sociedad en clases antagónicas. Este análisis (siempre que hagamos de él una
lectura libertaria) tiene la ventaja de convertir el “Estado” en algo concreto,
e históricamente determinado, y, por lo tanto, superable al igual que las
formas de “poder” a él asociadas.
Por el contrario, hacer una
“crítica al Poder”, en un sentido idealista y abstracto, la única consecuencia
que tiene es poner una camisa de fuerza a la revolución transformándonos de
anarquistas a solo rebeldes ¿Realmente queremos transformar la sociedad para
garantizar una vida digna para todos y todas o simplemente queremos resistir
asumiendo la desaparición de cualquier horizonte revolucionario? ¿Estamos tan
convencidos de que toda revolución solo ha generado una nueva forma de
dominación que hemos llegado a la conclusión de que no solamente no es posible
sino, ni siquiera, deseable? ¿No será que esta afirmación parte de un insuficiente
análisis, y desconocimiento por nuestra parte, de los distintos avances y
retrocesos que ha significado cualquier proceso revolucionario? ¿Y no será
también que, a menudo, no nos interesamos por los primeros porque dicho proceso
no tuvo, en esa ocasión, un contenido ideológico anarquista? ¿No le estaremos
fallando a un montón de gente, pero, en primer lugar, a nosotros mismos con ese
escepticismo y derrotismo?
La Agrupación de “Los Amigos de
Durruti” apareció, por primera vez, en el órgano de la columna “Frente” del 8
de marzo de 1937. El núcleo principal la constituían compañeros
anarcosindicalistas de la Columna Durruti (del sector de Gelsa) que se negaron
a aceptar la militarización. Se trataba de una agrupación que denunciaba,
insistentemente, la colaboración de los Comités superiores de la CNT y la FAI
con las instituciones y ministerios del Estado republicano y abogaba por la
vuelta al “espíritu del 19 de julio”, es decir, la Revolución Social y el
Comunismo Libertario. Era, pues, el ala más izquierdista del anarquismo español
del momento. Uno de sus militantes, e intelectual orgánico de la Agrupación,
era Jaime Balius (quien procedía, por cierto, del separatismo insurreccional
catalán). En un artículo afirma, respecto a la dejación de principios y
abandono de los planteamientos revolucionarios por parte del movimiento
anarquista, lo siguiente:
“Los culpables somos nosotros
mismos, que, teniendo la revolución en nuestras propias manos, nos asustamos
ante la grandiosidad del momento (…)”
Así, Jaime Balius, parece
parafrasear a Karl Marx cuando este en el “18 de Brumario de Luis Bonaparte”
afirma que, si bien las revoluciones burguesas avanzaron tan arrolladoramente
como corta fue su vida, las proletarias se interrumpen, se burlan de sus
propias indecisiones y se critican constantemente a sí mismas, así como:
“(…) sólo derriban a su
adversario para que éste saque de la tierra nuevas fuerzas y vuelva a
levantarse más gigantesco frente a ellas, retroceden constantemente aterradas
ante la ilimitada inmensidad de sus propios fines”.
La Agrupación “Los Amigos de
Durruti” propusieron la constitución de una “Junta Revolucionaria”: sus
miembros se escogerían democráticamente en los sindicatos y tendría funciones
que podríamos entender como “políticas” (dirigir la guerra, orden
revolucionario, asuntos internacionales y propaganda) ¿Estaban los anarquistas
“durrutistas” proponiendo la constitución de un “gobierno revolucionario”
contra el colaboracionismo de los anarquistas de Estado? ¿Se estaba derrumbando
la ideología anarquista ante la fuerza de los hechos? ¿O ya se había derrumbado
con la participación de los ministros anarquistas en el Estado republicano? ¿Tanto,
por tanto, no era mejor pecar de filo-bolcheviques que de colaboracionistas
burgueses? Considero que la respuesta no es tan sencilla: los “durrutistas”
estaban creando algo nuevo, pero, a la vez, enraizado en la tradición
revolucionaria española. Como nos recuerda Miguel Amorós en “La Revolución
Traicionada”:
Las “Juntas” nacen durante la Monarquía
Hispánica en el Antiguo Régimen y se caracterizan por su temporalidad (algunas
de ellas estaban destinadas a deliberar sobre un asunto disolviéndose cuando
habían cumplido su cometido) y cierta informalidad (no poseían los formalismos y
burocracia de un Gobierno ordinario). Durante la invasión napoleónica de España
(1808-1814) el mismo pueblo las creó para hacer frente a la invasión. Según el
mismo Karl Marx en un artículo para el New York Daily Tribune del 20 de
octubre de 1854:
“El hecho de que el poder
estuviera dividido entre las juntas provinciales había salvado España de la
primera embestida de la invasión francesa napoleónica. Esto fue así no solo
porque dicha división aumentó los elementos de defensa del país, sino también
porque gracias a ello, el usurpador no tuvo la posibilidad de dar el golpe en
una sola dirección”.
El estudio de la Guerra de
Independencia española y la creación de las juntas como proceso revolucionario
me parece un tema apasionante. Ahora bien, el mismo Karl Marx señaló que dichas
nuevas instituciones tuvieron el defecto de confiar en el Antiguo Régimen y sus
representantes, de la nobleza y el clero, para constituirse. Además, en varias
ocasiones, impulsaron la reconstitución de las antiguas instituciones a fin de
que estas ¡les otorgaran la legitimidad para realizar sus nuevas tareas! Como
estaban aun presas, ideológicamente, de lo antiguo se asustaron, pues, ante la
falta de certezas que generaba la nueva situación (recordemos lo que se ha
dicho, anteriormente, de Balius y Marx). Cualquier comparación con el proceso
revolucionario durante la guerra de 1936-1939 no es casual y podría llevarnos a
la siguiente pregunta:
3) Conclusiones
¿Constituía el “durrutismo” una
nueva tendencia ideológica del anarquismo español o incluso iba más allá del
mismo anarquismo? De ser así, no tengo demasiado claro que el mismo
Buenaventura Durruti fuera “durrutista” pues, considero, que partía del mismo
error de fiarlo todo a la gestión de la economía y al enfrentamiento armado con
el fascismo, al igual que otros compañeros. Esa perspectiva economicista, hunde
sus raíces en sociólogos como Saint Simon o Proudhon tendientes a pensar que el
aparato político caerá “como una fruta madura” al quitarle su base económica.
Esto se ha demostrado falso ante la relativa autonomía de lo político y su
capacidad de reconstituirse: la Generalitat siguió en funciones y al mando de
algunas palancas económicas como los créditos.
La minusvaloración de las tareas
políticas, criticadas a menudo con socarronería, no llevó a constituir una
alternativa al “gobierno revolucionario de los expertos” que denunciaba Bakunin
sino a caer en la telaraña del Estado republicano burgués. Es necesario, pues,
sacudirse los complejos y tener una teoría revolucionaria y una alternativa de
poder. El miedo a la degeneración de la revolución es, en el fondo, un miedo a
nosotros mismos y una falta de confianza en nuestras propias capacidades. El
aspecto ético del anarquismo, siendo muy importante como ejercicio autocrítico,
no debe derivar, a mi parecer, en la parálisis ante los momentos excepcionales
porque la “victoria moral” con la que se justificaba Juan García Oliver ante la
derrota frente a los militares y fascistas es una triste consolación.
Alma
apátrida
Bibliografia:
CENTRO DE INVESTIGACIÓN
LIBERTARIA Y EDUCACIÓN POPULAR Anarquismo y Poder Popular en Anarquismo
y Poder Popular: Teoría y Práctica Suramericana. Ediciones Gato Negro –
Distribuidora Rojinegro. Bogotá-Manresa, junio 2011. Página 10.
BAKUNIN Recull d’escrits breus. Col·lectiu Llibertari Negres
Tempestes, Biblioteca Social d’Olot, Logofobia, Aldarull Edicions i El Grillo
Libertario. Página 42.
LA VANGUARDIA La Agrupación
“Los Amigos de Durruti” 20-4-1937 en MINTZ, FRANK y PECIÑA, MIGUEL Los
Amigos de Durruti, los Trotsquistas y los Sucesos de Mayo Campo Abierto
Ediciones – Debate Libertario, mayo 1978. Página 10.
BALIUS, JAIME Atención,
trabajadores ¡Ni un paso atrás! La Noche 2-3-37 en MINTZ, FRANK y PECIÑA,
MIGUEL Los Amigos de Durruti, los Trotsquistas y los Sucesos de Mayo
Campo Abierto Ediciones – Debate Libertario, mayo 1978. Página 14.
MARX, KARL El 18 de Brumario
de Luis Bonaparte Editorial Ariel, marzo de 1977. Páginas 16 y 17.
BALIUS, JAIME Hacia una nueva
Revolución GUILLAMÓN, AGUSTÍN (Comp.) Los Amigos de Durruti Descontrol
Editorial, mayo de 2021. Páginas 417 I 418.
AMORÓS, MIGUEL La revolución
traicionada: la verdadera historia de Balius y Los Amigos de Durruti Virus
Editorial – Colección Memoria, junio 2003. Página 299.
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