El vencedor es el Estado clientelar: reflexiones anarquistas sobre los recientes acontecimientos en Brasil

1) Contra la Democracia (brasileña)

Hace ya unos cuantos años, en la primavera de 2013, los Grupos Anarquistas Coordinados editaron el libro Contra la Democracia (mencionado como “prueba de terrorismo” por el juez Bermúdez de la Audiencia Nacional en la infame Operación Pandora). En él se remonta a la Grecia del siglo V a. C. para señalar como este sistema, que inaugura una rebelión antimonárquica en la región del Ática, sitúa en el centro político el término demos que, contrariamente a lo que se piensa, no significaría propiamente pueblo, sino que se trataría de una fusión de demiurgos (artesano) y geomoros (campesino). Así democracia vendría a significar, en realidad, el Estado de los artesanos y los campesinos en lugar de, simplemente, el poder del pueblo. Pero, además, estos artesanos y campesinos eran, en realidad, los dueños de los talleres con asalariados y los propietarios de esclavos: sujetos sociales, estos últimos, excluidos del demos. Cabría suponer, entonces, que su evolución histórica no sería otra cosa que el Estado de la burguesía y los terratenientes.

Los estudiosos del período colonial en Brasil ya señalaban, pero, la supremacía de la propiedad rural sobre la ciudad como algo identificativo del país. Las estancias funcionaban, de hecho, como auténticas “repúblicas” donde predominaba el poder tiránico e incuestionable del estanciero. El poder del geomoros brasileño, entonces, impregna, desde un inicio, la cultura y política del Brasil. Un patriarcalismo autoritario que antepone sus intereses privados al conjunto de la sociedad. ¿Pero y el demiurgos? En 1930, un movimiento revolucionario nacionalista (cuyo objetivo era implantar un capitalismo industrial en Brasil) llevó a Getulio Vargas al poder y desplazó el dominio de las oligarquías regionales agroexportadoras de Sao Paulo y Minas Gerais.

El objetivo: desplazar al geomoros de la estancia y sus intereses privados y erigir al Estado como demiurgo (artesano) de la nación. A partir de 1945, la fusión de Estado y Capitalismo Industrial queda sellada políticamente con la creación del Partido Social Democrático (PSD) formado bajo la vanguardia de la burguesía industrial y financiera, y los grandes hacendados subordinados a su estrategia: los demiurgos y geomoros varguistas. La otra pata del régimen será el Partido Trabalhista Brasileiro (PTB) dirigido por burócratas sindicales (engordados con el llamado impuesto sindical que les autonomizaba de sus bases) y trabajadores varguistas atraídos por una legislación laboral paternalista. El queremismo (movimiento “Queremos a Vargas”) incluso fue apoyado por numerosos miembros del Partido Comunista. El objetivo fue neutralizar al todavía influyente anarquismo obrero que, por aquel entonces, estaba ya en un proceso de declive por la represión del período anterior.

Aun así, el varguismo no fue demasiado allá y el “pacto desarrollista” nunca tocó los intereses fundamentales de las oligarquías agroexportadoras en cuanto a la posibilidad de una reforma agraria se refiere. El apoyo de estas a dicho pacto explica la duración del varguismo pero, paradójicamente, también explica la crisis final del modelo caracterizado por una revolución industrial frustrada. Si bien el demiurgos brasileño ejerce de vanguardia y se confunde con el Estado, el geomoros consigue situarse bien y mantener sus privilegios. Al final, si Vargas fue encumbrado, teóricamente, para oponerse a los estancieros, de todas maneras, no deja de ser un producto de la sociología cultural implantada en Brasil por estos (Aos meus amigos, tudo; aos meus inimigos, a lei).

En la década de los 60, el Partido Trabalhista Brasileiro (PTB) se acercó a posiciones obreras y de izquierda, bajo la dirección del presidente Joao Goulart, lo que promovió que los sectores de derecha del varguismo (PSD) y de la oposición liberal confluyeran para apoyar el Golpe de Estado de los militares brasileños, en marzo de 1964. El varguismo se había roto. Su régimen duró hasta 1985 sustentado políticamente en la Alianza Renovadora Nacional (ARENA) creada por las corrientes mencionadas. Se crea un partido de oposición permitido: El Movimiento Democratico Brasileiro (MDB) con el que los comunistas colaboran y, al margen de todo esto, grupos de la izquierda revolucionaria optan por la vía insurreccional. Cabe señalar la huelga de los metalúrgicos de San Bernardo, que fue una iniciativa autónoma, de la que surgiría un líder sindical que luego llegaría a dirigir el país: Luis Inácio Lula de la Silva y su Partido de los Trabajadores (PT).

Pero años de democracia en Brasil no han borrado la larga sombra del varguismo (el cual se ha priorizado aquí por constituir la consolidación del Estado-Nación brasileño tal y como lo conocemos más allá de quien gobierne). Así, cuando Joao Paulo Rodrigues (miembro de la Coordinación Nacional del Movimiento de los Trabajadores Rurales sin Tierra) afirma en una entrevista, del 30 de octubre de 2022, que:

Un tema donde no hay acuerdo y lo vamos a pelear es el agronegocio. No es lo mismo que la agroindustria. El agronegocio es el que toma las commodities, los granos, y los exporta. No tiene la paciencia necesaria para industrializar nada aquí, al contrario de la agroindustria (…) Nuestra segunda divergencia es con el latifundio improductivo. Estos son los más agresivos. Tienen, entre otras cosas, tierras acaparadas, deforestación y ahora están armados por la ley de armas de Bolsonaro.

Realmente nos está mostrando, aquí, la pervivencia histórica de los intereses de los geomoros retardatarios del cambio social. Pero, también, el hecho de que el mismo Joao Paulo Rodrigues haya representado al MST en la campaña electoral de Lula da Silva nos muestra, a mi entender, la cultura política trabalhista del PT que no es otra cosa que el ala izquierda del Estado clientelar ¿Cómo se puede manifestar serias dudas sobre si el nuevo Gobierno estará del lado del agronegocio o de los sin tierra y aún así apoyar la campaña electoral? El Estado brasileño (de génesis varguista) cumpliría la definición de democracia que dan los Grupos Anarquistas Coordinados si no fuera porque cuando afirman:

La burguesía desbancaba a la nobleza, en un proceso que empezaba aquí (refiriéndose a Europa continental) y que duraría un siglo, cual fila de fichas de dominó en caída libre, en un proceso de regeneración del Estado (a veces sin el consentimiento de los gestores del aparato, otras veces maquinado totalmente por estos).

Se refieren al triunfo final de los demiurgos sobre los geomoros lo que, en Brasil, si leemos atentamente la entrevista de Joao Paulo Rodrigues y lo que se ha dicho hasta ahora, ocurre justo al revés. Y esto tiene no pocas implicaciones: mientras, en el primer caso, nos ha llevado a una sociedad postindustrial de post-demiurgos enriqueciéndose con la explotación en el sector terciario (servicios) y cuaternario (conocimiento), en el segundo, nos ha llevado a una sociedad donde perviven estructuras económicas preindustriales (con una esclavitud disfrazada) y grandes bolsas de pobreza y economía informal en las grandes ciudades. Esto hace que, al contrario de lo que podría parecer, Brasil sea más democrático (en el sentido peyorativo que le dan los Grupos Anarquistas Coordinados) que, por ejemplo, España. Una democracia mucho más cercana, entonces, a la esclavista Grecia.

2) ¿El fin de Bolsonaro?

Lula ganó las elecciones con una diferencia mínima. Logró el 50,9%, casi 60 millones de votantes, con una diferencia de dos millones respecto a Bolsonaro. Y esto a pesar o gracias a su alianza con el centro-derecha de Alckmin. Esto provocó incidentes de los seguidores ultraderechistas de Bolsonaro (con llamados a un Golpe Militar) y la intervención de grupos antifascistas, de los barrios populares y seguidores del PT desmontando barricadas y apagando neumáticos en llamas. No habría que ilusionarse: el bolsonarismo seguirá vivo mientras no se atajen las causas de su aparición. Bolsonaro ha tenido algún que otro rifirrafe con el sector industrial que, en su momento, criticó la poca apuesta del presidente por el Mercosur, enojándose este cuando el dirigente de la poderosa Federación de Industrias del Estado de San Pablo, José Gomes da Silva, firmó el documento en defensa de la democracia de apoyo a Lula da Silva.

Una de las principales bases de Bolsonaro,  entonces y como se ha visto en la entrevista al dirigente del MST, es el agronegocio exportador. Cabe señalar, también, el fundamentalismo evangélico conservador que, a partir de 1990, participa en política y la ideología “libertariana”. Las corrientes ultra han sido favorecidas por un desplazamiento general del eje político hacia la derecha como en el caso de los tucanos del Partido de la Social Democracia Brasileña (cuya ‘socialdemocracia’ solo lo es de nombre). Pero no tendríamos que llevarnos a engaño: los apoyos del bolsonarismo también se dan entre algunos sectores populares.  Por ejemplo, buena parte de los jóvenes del Morro da Cruz (barrio periférico de Porto Alegre) empezaron a sentir interés por Bolsonaro y a despreciar las ocupaciones estudiantiles: su universo de valores se centraba en las marcas y en autoconvocarse para “rular” por los centros comerciales. Eran conocidos como los rolezinhos.

Su ideología se basaba en el derecho que ellos percibían a participar de una sociedad de consumo, invadiendo los centros comerciales con “la cabeza erguida”, pero adhiriendo a sus valores, de hecho, con más fuerza si cabe. Las bravuconadas machistas de Bolsonaro también atraían a estos jóvenes ante la crisis general del modelo de masculinidad hegemónica y el aumento de la participación de las chicas en los debates públicos de los centros escolares (a las que en privado se calificaba de putas y porreras). El mismo Partido de los Trabajadores (PT) tiene buena parte de responsabilidad en el primer fenómeno al desmovilizar a sus bases pasando de la ‘revolución’ del Presupuesto Participativo al ‘termidor’ de las políticas liberales e individualizadas como el Programa Bolsa Familia. En Morro da Cruz esto debilitó la conciencia política transformadora pero no el deseo de participar que se trasladó, paradójicamente, al consumo como ‘contestación’ de los rolezinhos.

“Ellos (los blancos) me van a tener que soportar, esta negraza de aquí, empleada doméstica, usando estas gafas Ray-Ban en el autobús. Mala suerte de los racistas si se creen que mis gafas son falsificadas” (Karla).

3) Conclusiones

El hecho de que se haya expuesto las dificultades históricas del proceso industrializador en Brasil no supone, por supuesto, ningún tipo de confianza en este sector para cambiar el país. Estos lumpen-industriales manejan un discurso neoliberal a la vez que piden al Estado que proteja sus negocios y haga leyes más represivas contra el movimiento obrero. La mayoría han apoyado el tándem Lula-Alckmin. De hecho, la huelga de los metalúrgicos de San Bernardo, el 1 de mayo de 1980, y la desmesurada represión con la ocupación de la ciudad por 8.000 policías armados dispuestos a acabar con la ‘República de San Bernardo’ fue un hito que generó un amplio movimiento de solidaridad y contribuyó decisivamente a hacer caer el Régimen Militar.

Si todavía nos remontamos más atrás tenemos experiencias como los movimientos huelguísticos y revolucionarios en la ciudad de Santos (conocida como la Barcelona brasileña) durante las tres primeras décadas del siglo XX o el auge del anarquismo en el país hasta poco antes de la llegada al poder de Getulio Vargas. Experiencias que son, sin duda alguna, un faro para las luchas futuras.

                                                                                                                                             Alma apátrida

 

Bibliografia:

GRUPOS ANARQUISTAS COORDINADOS Contra la democracia Autoedición, 2013. Páginas 11, 12 y 19.

CHAVES TEIXEIRA, ANA CLAUDIA., DAGNINO, EVELINA., SILVA, CARLA ALMEIDA. La constitución de la sociedad civil en Brasil en CHAVES TEIXEIRA, ANA CLAUDIA., DAGNINO, EVELINA., SILVA, CARLA ALMEIDA. Sociedad civil, espacios públicos y democratización: Brasil. México: Fondo de Cultura Económica. Páginas 24, 27, 33, 34 y 42.

HARTMANN, ARTURO., CARVALHO, IGOR., BERNARDES, JOSE EDUARDO. João Paulo Rodrigues: “Brasil tiene una gran responsabilidad en América Latina” Portal Alai, 30 de octubre de 2022 (https://mst.org.br/).

SCHMELLING Lula ganó por poco y en las calles se festejó el “Fuera Bolsonaro” Prensa UIT-CI, 31 de octubre de 2022 (https://izquierdasocialista.org.ar/).

ARN NOTICIAS Bolsonaro dijo que pronunciamiento de industriales paulistas es “lamentable” y busca favorecer a Lula (https://www.pagina12.com.ar/).

MIGUEL, LUIS FELIPE El resurgimiento de la derecha brasileña y PINHEIRO-MACHADO, ROSANA y MURY SCALCO, LUCÍA De la esperanza al odio: la juventud periférica bolsonarista en SOLANO GALLEGO, ESTHER (coord.) El odio como política: la reinvención de las derechas en Brasil Katakrak Liburuak, noviembre de 2019. Páginas 30, 32, 35, 88, 90 y 94.

SADER, EDER Cuando nuevos personajes entraron en escena. Experiencia, lenguaje y luchas de los trabajadores del Gran Sao Paulo (1970-1980) en DE SIERRA, GERÓNIMO Democracia emergente en América del Sur UNAM, 1994. Páginas 62 y 63.

GIRÁLDEZ MACÍA, JESÚS Entre el rubor de las auroras. Juan Perdigón: un majorero anarquista en Brasil Ediciones Idea – Colección “Desde América”, 2007. Páginas 63 y 89 a 92.

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