Lucha armada en Uruguay: reflexiones y apuntes sobre la charla-debate con una compañera del MLN y la OPR en la Cinetika (Palomar-Barna)

1) Introducción

El pasado jueves, 9 de junio de 2022, a las 19:00 horas, se realizó en la Cinetika (cine okupado, anticapitalista, autónomo y feminista) de la Rambla Fabra i Puig nº28, del barrio de San Andreu del Palomar, en Barcelona, una charla-debate sobre las experiencias guerrilleras urbanas en el Uruguay de los 60 y principios de los 70 del pasado siglo, a cargo del historiador Rodrigo Vescovi y la compañera América quien participó de estas organizaciones en el socialmente convulso Uruguay de esa época. En un primer momento, Rodrigo contextualizó el período más álgido de lucha entre 1968 y 1973 cuando se produce una efervescencia de las iniciativas de izquierda revolucionaria que habían roto con el reformismo de los Partidos Socialista y Comunista a raíz del empuje que significó en la región latinoamericana la Revolución Cubana de 1959.

2) Militancia guerrillera y clase social: el caso de la OPR

De hecho, ya en enero del año indicado por Rodrigo Vescovi se puede destacar un hecho relevante. La publicación de las Resoluciones del Congreso Cultural de la Habana que tendrá gran impacto en la intelectualidad de la región. Así, como nos indicó la misma compañera América, será este sujeto social, de extracción universitaria, quien constituirá la principal base militante de las organizaciones guerrilleras del período, proceso que no se puede desgajar de la influencia que irradiaba la Cuba socialista y su “internacional”: Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS). Veamos que se dice en ellas:

Si la derrota del imperialismo es el prerrequisito inevitable para el logro de una auténtica cultura, el hecho cultural por excelencia para un país subdesarrollado es la revolución (…) por ello, no hay para el intelectual que de veras quiere merecer este nombre otra alternativa que incorporarse a la lucha contra el imperialismo y contribuir a la liberación nacional de su pueblo mientras padezca todavía la explotación colonial.

Si bien esta primera afirmación, de la compañera América, creo que habría que matizarla un poquito si observamos cada organización guerrillera por separado. La obra de Juan Carlos Mechoso (militante de la Federación Anarquista Uruguaya y de su brazo armado: la OPR) Acción Directa Anarquista: Una historia de FAU es importante por tratarse, no de un trabajo académico, sino de un ejercicio des del autodidactismo militante y lleno de experiencias narradas por sus mismos protagonistas (como pudieran ser en España la biografía de Durruti de Abel Paz o la CNT en la Revolución Española de José Peirats). En ella habla Rubén cuando se trata el tema de la militancia en Chola (nombre en clave para la OPR), comenta que:

Hay una intencionalidad en toda esta orientación que se practicó. Ya desde la gente de extracción sindical que venía de tiempos anteriores. Se combatió un determinado tipo de ideología, ello fue uno de los motivos de la división en FAU en 1963. Entre otras cosas se trataba de evitar que se hiciera una “estudiantina”, como decía Gerardo.

La división, de hecho, ya la comentó América cuando se refirió al “grupo de Bellas Artes” y su “radicalismo purista y pacifista”: se refiere a la llamada Alianza Libertadora del Uruguay (ALU) encabezada por Luce Fabbri (hija del anarquista italiano Luigi Fabbri) de carácter intelectual-ortodoxo y que rechazó seguir apoyando la Revolución Cubana ante su deriva pro-soviética. Este grupo, con escasa influencia en las luchas sociales del momento, rechazaba también el “guerrillerismo” y tenia su principal base en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de la República (UdelaR) con lo cual si respondía a las características sociológicas apuntadas por la compañera. Por otra parte, Rubén se refiere al militante de FAU y obrero gráfico Gerardo Gatti, secuestrado y desaparecido en 1976 por un operativo conjunto de represores argentinos y uruguayos en el marco del infame Plan Cóndor.

Uno de los grupos que formó FAU, las Juventudes Libertarias, funcionaba en el local del Sindicato de Resistencia de los Panaderos. Muchos de ellos eran estudiantes de la Universidad del Trabajo del Uruguay (UTU) de orientación profesional y fuertemente vinculados al movimiento obrero. Como nos recuerda el mismo Juan Carlos Mechoso, sintetizando la alianza obrero-estudiantil que preconizaba FAU:

Así las cosas, en lo que respecta al estudiante se trataba de “producir” un militante no libresco, que tuviera contacto con el mundo real de las fábricas, con los problemas concretos que enfrentaba a diario el obrero. En cuanto al obrero: que había que moverlo más, que tuviera regularmente más dinamismo y presión ambiente para aumentar su mundo de ideas.

3) Inicios de la militancia y contexto sociohistórico

América nos comentó que provenía de Rivera, un pueblo del norte del Uruguay, escenario de “invasiones múltiples y contrabandistas”. Empezó su activismo integrándose en la asociación de estudiantes del lugar lo que le supuso romper con el tradicionalismo de las costumbres locales. Recuerda una de sus primeras campañas denunciando la represión contra las ubandistas (se trata de una religión popular brasileña que mezcla el cristianismo con creencias de origen africano) a quienes el Gobierno les quitaba a sus hijos. América empezó vinculándose al Partido Socialista como Raúl Sendic (uno de los fundadores del Movimiento de Liberación Nacional – Tupamaros) quien empezó organizando a los cañeros (cortadores de la caña de azúcar) quienes sufrían un duro régimen de explotación y a quienes se pagaba en bonos.

El Uruguay de los 60 se caracterizó por una crisis económica que algunos historiadores adjudican a la insuficiencia de la producción ganadera relacionada, a su vez, con la falta de voluntad política por acabar con la concentración de la propiedad rural en pocas manos. Esto significó una huida hacia adelante, esperándolo todo de una producción industrial que terminó chocando con la baja capacidad de consumo y generó un divorcio creciente entre el campo y la ciudad. Esta situación se enmarca en el fracaso de la llamada Industrialización por substitución de Importaciones que se ensayó en la región latinoamericana en el contexto de movimientos políticos nacional-populares y que en Uruguay se constituye en la corriente populista en el seno del liberal Partido Colorado encabezada por el presidente Luis Batlle Berres (1897-1964).

A nivel social esto produjo una creciente polarización política y la desaparición de los tradicionales consensos que habían regido el particular sistema de dominación en Uruguay caracterizado hasta entonces por una fuerte capacidad de cooptación. Esto género, entonces, la aparición de iniciativas revolucionarias desde la periferia del sistema politizando las crecientes brechas sociales. A principios de 1963, se genera un debate entre toda una serie de grupúsculos que se habían escindido, algunos de ellos, de la izquierda y los partidos tradicionales a los que acusaban de reformismo (proceso del que habló Rodrigo Vescovi). Eran los siguientes: el Movimiento Revolucionario Oriental (seguidor de la Revolución Cubana y desgajado de los ruralistas del Partido Nacional: son los que América definió como tradicionalistas), un pequeño grupo maoísta, los anarquistas de FAU y el grupo de Raúl Sendic apartado del Partido Socialista (como la compañera América). Son los que fundaron el llamado Coordinador antecedente de la lucha guerrillera (aunque luego varios de ellos se apartaran de este proceso).

4) Concluyendo…

Al finalizar la charla, una de las intervenciones de las asistentes preguntó sobre las dinámicas de autoritarismo y machismo que se pudieran haber dado en la práctica clandestina guerrillera y que imaginaba la dificultad de hacer frente a ellas debido a los ritmos que imponía dicha actividad en la cotidianidad. Y las historiadoras de la vida privada Esther Ruiz y Juana Paris tocan, de hecho, este tema entre la militancia uruguaya de los sesenta a partir de fuentes orales. La reflexión de una militante tupamara (que tenia justo 18 años en el 68) es la siguiente:

Ser militante me daba la noción de existencia…era una finalidad y un objetivo de vida a lo que se subordinaba todo lo demás…todo se integraba de alguna manera al hecho de la militancia: la confianza y la esperanza en la victoria…pues vivíamos un momento en que no conocíamos límites a la utopía.

Un anarquista que tenia 20 años en ese momento es incluso más gráfico:

Era la renuncia a si mismo, porque solo existían los dramas sociales (…) uno no era de uno sino de la causa, pero vivido con autenticidad.

Otro militante del MLN afirma:

El estar abocado a una tarea de orden colectivo social superior implicaba una jerarquización de la vida en la que todo lo demás pasaba a ser de orden secundario, hasta lo afectivo, estructurando los deseos, el placer y la subjetividad más profunda.

Para una joven comunista el quehacer político era el centro de su vida y todo lo demás subsidiario:

La pareja, los afectos, los hijos, los amigos.

Esther Ruiz y Juana Paris señalan que a pesar del activismo revolucionario no hubo, sin embargo y de forma general, un cuestionamiento de la institución familiar uruguaya lo que puede indicar la preminencia de los valores de clase media preconizados, históricamente, por el liberalismo radical o progresista denominado “batllismo” en el país (cuya ultima manifestación fue la presidencia de Luis Batlle Berres como se ha visto). Así, a parte de lo que comentó América sobre la composición social de la militancia guerrillera, algunas expresiones de los militantes de la época son bastante gráficas al respecto:

No se pensaba en cambiar las relaciones de género, ni de pareja [sino] las formas de propiedad y el dominio del Estado (militante comunista)

Era un problema que no nos planteábamos (…) Esas discusiones las espantábamos como temas demasiado laterales y secundarios para la importante tarea que teníamos a corto y mediano plazo que era la de realizar la revolución (militante tupamara)

Había que tomar el poder y después veríamos (militante tupamara).

Si bien hay que destacar también que en el seno de la OPR existió la Escuelita que se constituyó en un proceso de reflexión interna y cuidados mutuos producto del desgaste de la práctica guerrillera.

Finalmente, un compañero interpeló a la ponente sobre la vigencia actual de la estrategia guerrillera a lo que América respondió, acertadamente a mi parecer, que esta pregunta, en todo caso, deberíamos responderla nosotros.

                                                                                                                                                                                                                                             Alma apátrida

 

Fuentes:

DEMASI, CARLOS La caída de la Democracia: cronología comparada de la historia reciente del Uruguay (1967-1973) Fundación de Cultura Universitaria – Centro de Estudios Interdisciplinarios Uruguayos – Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Página 43.

MECHOSO, JUAN C. Acción directa anarquista: una historia de FAU Editorial Recortes. Páginas 29, 120 y 282.

FINCH, HENRY Historia Económica del Uruguay Contemporáneo Ed. De la Banda Oriental. Montevideo, 1980. Página 37 citado en CAETANO, GERARDO y ALFARO, MILITA (Selección de textos, cuadros y documentos) Cuadernos de Ciencia Política – Historia del Uruguay Contemporáneo (Materiales para el debate) Fundación de Cultura Universitaria – Instituto de Ciencia Política, 1995. Página 225.

REY TRISTAN, EDUARDO La izquierda revolucionaria uruguaya, 1955-1973 Consejo Superior de Investigaciones Científicas (Escuela de Estudios Hispano-Americanos) – Diputación de Sevilla – Universidad de Sevilla, 2005. Páginas 28 y 103.

RUIZ, ESTHER y PARIS, JUANA Ser militante en los sesenta en PEDRO BARRÁN, JOSÉ - CAETANO, GERARDO y PORZECANSKI, TERESA Historias de la vida privada en el Uruguay – Individuo y soledades 1920-1990 Taurus, noviembre de 1997. Páginas 271, 272, 273 y 278.

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