El Agite del pueblo trabajador: crónica del debate anarquista/anticapitalista sobre las actuales protestas en Colombia (Palomar-Barna)

1) Crónica-resumen de las protestas y su contexto social e histórico

El pasado lunes 17 de mayo de 2021, a las 19: 00 horas, se realizó en el Ateneo Libertario del Palomar (llenguadoc, 25) una charla-debate on-line a cargo de compañeros del colectivo anarquista colombiano El Agite sobre las fuertes protestas, y represión estatal consiguiente, que están ocurriendo últimamente en este país latinoamericano (de las que, por cierto, puntualizaron que su núcleo más insurreccional se encuentra en la ciudad de Cali). Los compas quisieron destacar, nada más empezar, que Colombia es un país que siempre se ha encontrado en guerra desde su misma fundación. La larga sombra del líder ultraderechista, vinculado al paramilitarismo, Álvaro Uribe Vélez se alarga hasta nuestros días con su control indirecto del actual Gobierno. En Colombia cabe destacar, en relación a lo anterior, que la oligarquía local nunca tuvo la necesidad de recurrir a la Dictadura abierta y, en consecuencia, siempre ha gobernado la derecha, aún con su fachada de democracia teñida de la sangre de campesinos y obreros.

En relación a esto, recordó, en el pasado, el exterminio sistemático de los militantes del partido izquierdista Unión Patriótica que constituye uno de los hechos de represión más terribles de la historia del país. Actualmente las autoridades gustan de relacionar a los manifestantes con las disidencias de las F.A.R.C. (sectores desprendidos de las antiguas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, actualmente desmovilizadas, conocidos también como la Nueva Marquetalia) si bien, hoy en día, las personas que protestan están desplegando importantes niveles de autonomía política, e incluso un manifiesto rechazo, respecto las organizaciones de la izquierda tradicional. Todo esto en un escenario de militarización del país para hacer frente a las crecientes protestas lo cual no es nuevo en Colombia. También puntualizaron el perdón gubernamental a los paramilitares, en el pasado, y su actuación, en el presente, echando plomo a los manifestantes con total impunidad.

Los compañeros del Agite proyectaron un video del barrio de Puerto Resistencia en Cali que actualmente está tomado por los manifestantes. Quisieron destacar que existe en el país un movimiento sindical fuerte pero que apenas queda recuerdo en el pueblo obrero del anarcosindicalismo histórico (actualmente, aun así, existe la Unión Libertaria Estudiantil y del Trabajo: sección colombiana de la Asociación Internacional de los Trabajadores y, por tanto, hermanada con la CNT-AIT de España). Algunas de las draconianas medidas de ajuste económico que está imponiendo el Gobierno y que han motivado el estallido social que comentaron son: el aumento del I.V.A. del 8% al 16% y el aumento de la edad para pensionarse (jubilarse). De hecho, si no hubiera sido por la situación generada por la crisis del COVID, se hubiera ido a un Paro Nacional antes.

También señalaron que el actual Gobierno ha desconocido el Acuerdo de Paz con la guerrilla y que, varios de sus miembros, están vinculados al Cártel de Medellín y al narcotraficante Pablo Escobar, muerto en 1993. En relación a esto, señalaron que más de 100 líderes sociales han sido asesinados desde la firma de dicho acuerdo. Además, destacaron que, actualmente, se dan alianzas de guerrilleros de las disidencias de las F.A.R.C. y del Ejército de Liberación Nacional (E.L.N.) con paramilitares por el simple control del territorio y el narcotráfico por lo que, cada vez más, se está desdibujando el eje derecha-izquierda en el accionar de los grupos armados. Puntualizaron la declaración del E.L.N. en contra del Gobierno del 12 de mayo de este año acusándole de no querer dialogar con la población que está en las calles.

En relación a esto, hay diferentes sectores de la población protestando como estudiantes, campesinos, taxistas o camioneros. Las cifras de la represión, que recogí lo mejor que pude de su exposición, son: 50 asesinados, 568 heridos, 37 personas con lesiones oculares, 1470 detenciones arbitrarias, 21 casos de abuso sexual (una chica se suicidó a causa de ello lo que derivó en fuertes disturbios e intervención del Ejército) y 524 desaparecidos. En este contexto, afirmaron, los derechos constitucionales no están más que en el papel.

2) Los compañeros del Agite manifiestan su opinión anarquista sobre la coyuntura

En primer lugar, quisieron dejar claro que apoyan el movimiento insurreccional que tiene autonomía, destacando los jóvenes sin recursos ni servicios básicos que están dando la cara en la Primera Línia en su lucha contra el Escuadron Mobil Antidisturbios (ESMAD): cuerpo policial de infame reputación, por su violación sistemática de los derechos humanos y que cuenta con armamento y equipo superior, a lo que es normal en este tipo de unidades, en otros países del mundo. En este sentido, quisieron destacar que no hay un protagonismo especial del movimiento estudiantil ni obrero digamos oficial. Quisieron señalar una crítica, que les parecía importante, respecto al débil internacionalismo presente en las protestas que relacionan con el hecho de que Colombia es un país muy cerrado en sí mismo.  Así mostraron su disconformidad con la profusión de banderas nacionales en las protestas, pues consideran el patriotismo como algo peligroso.

3) Algunas intervenciones de los asistentes y respuestas del Agite

Un asistente preguntó si la clase política está intentando salvar el Estado como en Chile con la propuesta de una nueva Constitución. Uno de los compas del Agite respondió que existen algunos líderes políticos que hacen bandera del progresismo (como un anterior miembro de la guerrilla urbana M-19) defendiendo la aplicación práctica de los valores constitucionales pues, a diferencia de Chile, el discurso político va más centrado en hacerla efectiva que no en reformar propiamente el texto ya que se considera que tiene un carácter avanzado. Otra pregunta consistió en saber cómo se ubica el Agite como grupo anarquista en una movilización tan amplia. Aquí respondieron, no sin antes recordar que Álvaro Uribe estaba alentando los ataques armados hacia los manifestantes con sus proclamas de legítima defensa de la propiedad privada, que con agitación, pintadas o murales.

También realizan propaganda anarquista e intentan difundir la idea que los políticos progresistas no van a hacer cambios profundos en el caso de que lleguen al poder. A nivel de calle ya se ha comentado que apoyan a los jóvenes de Primera Línea y las iniciativas autónomas de protesta como la Minga indígena. Se consideran, con su especificidad libertaria, parte de un movimiento de protesta que está consiguiendo que parte de la población conservadora empiece a cuestionar el discurso gubernamental de que los manifestantes son cripto-guerrilleros castro-chavistas y los vean como personas que luchan por necesidades reales y urgentes. El descrédito en que están cayendo los medios de comunicación oficiales es también bastante importante teniendo en cuenta que se venía de una situación, al respecto de esto, muy diferente.

Otra intervención fue en la línea de preguntar por la situación de los desaparecidos, a lo que los compañeros respondieron que, en su mayoría, son detenciones que no se reportan si bien recordó la aparición de un manifestante muerto en el Cauca días después de su arresto. Una de las últimas intervenciones preguntó por el papel de la Iglesia Católica en todo este asunto a lo que el Agite respondió que en Colombia se trata, básicamente, de una institución derechista y conservadora cercana a los terratenientes. Así que lo que ha hecho es escurrir el bulto sin pronunciarse sobre el Paro e intentando ejercer un fallido papel de mediación.

4) Conclusiones

Como bien apuntaron los compañeros del Agite el país ha sido, históricamente, impermeable al acceso de la izquierda al poder y, diría más, el sistema oligárquico colombiano ha bloqueado por muchos años la influencia de las masas populares en los asuntos públicos. Colombia se caracteriza por una hegemonía del liberalismo y la cerrazón de un sistema político que, algunos historiadores, han comparado más bien con el de algún país centroamericano que no con el acceso histórico de movimientos nacional-populares al poder propio de otros de Suramérica: de hecho, se pueden rastrear los orígenes de la violencia estatal-paraestatal y contra-violencia guerrillera o surgida de abajo directamente con el asesinato del líder populista Jorge Eliécer Gaitán en 1948. Además, la influencia, en algunos casos, del liberalismo fue tan fuerte que permeó a las tiendas marxistas dando lugar a hibridaciones ideológicas paradójicas.

Es debido a este duro motivo estructural que es tan importante apoyar las actuales movilizaciones en Colombia pues para hacer saltar la costra de la sociedad y la institucionalidad burguesa colombiana, parafraseando al anarcosindicalista español Juan García Oliver, es necesaria la solidaridad internacional sobre todo de aquellos que, quizás como decía el intelectual y militante antiimperialista tunecino y judío Albert Memmi, pueden permitirse el lujo de ser internacionalistas (a otros trabajadores les es más difícil, me refiero al conjunto de estos y no tanto a las minorías revolucionarias activas, pues viven en países con revoluciones burguesas truncadas que quizás, en este caso, representa el asesinato del populista liberal Gaitán). Esta afirmación puede ser polémica, y puede que los compañeros del Agite no estén demasiado de acuerdo conmigo, pero me parece hasta cierto punto normal que en un país con profusión de bases (o cuasi-bases arrendadas) militares norteamericanas que solo son la expresión de una dominación neocolonial contemporánea que viene de lejos, haya profusión de banderas en las movilizaciones.

El encaje o no del anarquismo con el patriotismo antiimperialista tercerista es un debate extenso en el que no entraré ahora, solo recordar que no está carente de ejemplos como las posturas del Movimiento Libertario Español ante la intervención de los nazifascistas alemanes e italianos en la Guerra Civil de 1936-1939 o el patriotismo popular de algunos grupos libertarios latinoamericanos como la Federación Anarquista Uruguaya en los sesenta del pasado siglo. En todo caso, también sirve la argumentación que eran discursos ideológicos más de coyuntura que de principios: quizás una situación con similitudes a la que se da actualmente en la Colombia del Agite.


Por la solidaridad internacionalista y libertaria 
con la lucha del pueblo colombiano

Por la extensión de la revuelta                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                       
                                                                                                Alma apátrida

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