Lengua y
exclusión social en Ceuta: La marginación del árabe ceutí en la enseñanza de la
ciudad autónoma
Hace ya
más de veinte años de la noche del 14 de febrero de 1996, cuando la población
de la barriada del Príncipe en Ceuta se enfrentó a pedradas con la policía por
el corte del suministro eléctrico y la marginación endémica de un barrio, de
mayoría musulmana, que la prensa sensacionalista gusta de presentar como el
más peligroso de España: lugar de tráfico de drogas y cantera del yihadismo.
Kamal Mohamed de la Asociación de Vecinos se quejaba de vivir en un apartheid
y de la discriminación que sufren sus habitantes más jóvenes a la hora de
acceder a un empleo, por ejemplo. Por otra parte, casi la mitad de la población
de esta ciudad africana de soberanía española es musulmana y, recientemente, se
ha sabido como la formación ultraderechista VOX ceutí, ha proferido mensajes
racistas e islamófobos que han provocado que dos de sus diputados hayan
abandonado el partido.
El ideario
neoliberal, la arabofobia y la islamofobia van de la mano en la ideología de
esta formación que pretende propagar el miedo y la desconfianza para poner un
parapeto violento a las consecuencias sociales que generan las políticas de
exclusión que promueve sin tapujos. En 2014, el arabista español Francisco
Moscoso García publicó un artículo referente a una de las dimensiones que
adquiere desde hace años esta exclusión, de la cual el ideario de VOX es la
expresión más extrema pero no única, pues esta incrustada en el marco general
de la política institucional: resulta que la variante dialectal (darija)
del árabe, propia de Ceuta, aun consistiendo la lengua habitual de un 42% de la
población de la ciudad, no se imparte en los centros de enseñanza. De hecho, en
la práctica, hay dos lenguas prestigiosas o “legítimas”: el español (lengua de
la educación pública) y el árabe clásico (fusha), instrumento en manos
de los dirigentes religiosos ceutíes.
El fusha
se trata de la lengua del Corán y no es operativo para la enseñanza pues El
árabe clásico no es la lengua nativa de ningún árabe. De hecho, Moscoso
García es vehemente en su defensa de la enseñanza del darija (si bien él, para el caso que nos ocupa, usa el término "árabe ceutí") criticando
a aquellos que señalan esta política como un complot imperialista de los
“enemigos de la unidad árabe” alentado por el sionismo. Federico Corriente,
otro arabista español, nos recordaba en la introducción de su Manual de
Dialectología neoárabe como esta última idea es muy popular en la región y
nos muestra como las cuestiones políticas y lingüísticas están profundamente
entrelazadas: en 1964, Naffusa Zakariyya escribió una obra donde afirmaba que
los orientalistas occidentales y el gobierno británico, junto con ciertos
nacionalistas egipcios, habrían organizado una campaña para substituir el fusha
por la variante dialectal egipcia.
Pero
Moscoso García va más lejos en su crítica de este ideario “anti-imperialista”
en el ámbito lingüístico y afirma que el árabe ceutí no es un dialecto del
árabe culto. Esta idea nos podría llevar a la noción de la koiné preislámica:
la concepción de que los dialectos anteceden al fusha, que se
originó como síntesis de estos en los combates poéticos que se producían en Ukaz
(plaza comercial cercana a La Meca) en la llamada época de la yahilia (anterior
a la revelación coránica) ¿Quizás podría haber alguna reminiscencia de ellos en
el árabe ceutí como variante que es del marroquí? Esta última afirmación
tampoco está exenta de polémica geopolítica si bien hay que recordar que “las
lenguas no entienden de fronteras”. Para Moscoso García la situación es
comparable, entonces, a la del gallego y el portugués, el serbocroata (la misma
lengua escrita con alfabetos distintos) o el catalán y el valenciano.
Estas
apreciaciones le llevan a concluir que la distinción entre dialecto y lengua es
un mero convencionalismo político que, en el caso que nos ocupa, está sirviendo
como excusa para impedir la enseñanza de la lengua de casi la mitad de los
ceutíes en la enseñanza pública. Una vez hecha esta afirmación Moscoso García pasa
a analizar cómo se podría implementar esta enseñanza. Para ello parte de la
evidencia de una compleja situación de pentaglosia en Ceuta: junto al fusha
del Corán está también el “árabe literal” (una versión de este más
simplificada y adaptada a los tiempos modernos) así como junto a la variante
ceutí hablada o coloquial está la moderna (una versión donde se le van
añadiendo vocabulario y expresiones del árabe literal) y el castellano. El
arabista español considera que esta penúltima es la apropiada para iniciar su
enseñanza: de hecho, no deja de ser una síntesis entre un fusha simplificado
y la lengua coloquial con lo que, a mi entender, se podría superar la polémica
antes mencionada entre defensores del fusha y el darija.
Francisco
Moscoso García nos recuerda que pese a que el árabe ceutí es una lengua
minorizada no aparece como tal en el Atlas Unesco de las lenguas del mundo donde
para España solo se nombran cinco: aragonés, astur-leonés, euskera, gascón y
guanche. La situación de los niños bilingües ceutíes, que se incorporan a los
primeros niveles de la enseñanza, es definida en el artículo como un
“bilingüismo sustractivo”: mientras el español progresa, el árabe ceutí va
retrocediendo. Esta situación concreta podría ser definida como un tipo excepcional
de diglosia, atendiendo a la noción amplia de este término usada por
algunos lingüistas, al haber una variante “de prestigio” que se usa en
contextos formales y otra coloquial y en retroceso. La situación es que una
buena parte de los niños llega a la escuela infantil sin saber español ante lo
que se encuentran la política de sumersión.
Moscoso
García citando a Baker explica este proceso con la imagen del alumno
arrojado al agua de la piscina - imagen de la lengua dominante – para que
aprenda a nadar con rapidez sin ningún tipo de ayuda, con la asimilación como
el único objetivo. Cualquier comparativa con el debate sobre la inmersión
en Catalunya podría parecer pertinente, teniendo en cuenta además que la significativa presencia de arabófonos en Ceuta es producto de la emigración del siglo XIX, a
pesar de las diferencias evidentes: en nuestro caso esta emigración no fue
transfronteriza y las diferencias entre las dos lenguas no son de la magnitud
del caso ceutí. Aun así, es innegable que la inmersión en catalán ha
experimentado un proceso histórico de ser percibido como un instrumento para
garantizar la igualdad de oportunidades en la Transición a ser visto como esa
variante “de prestigio” usada en contextos formales y alejada de la
cotidianidad de buena parte del alumnado.
Moscoso
García termina su artículo sobre el árabe ceutí haciendo una defensa de la
enseñanza en la lengua materna o nativa. Esta idea produce resquemores cuando
se plantea en Catalunya quizás ya no tanto por esa idea original de la
“igualdad de oportunidades” sino por un pánico enfermizo a la desaparición del
catalán. Pero si recientemente Marruecos ha establecido la enseñanza del amazigh
en todo el territorio nacional, a pesar de ser hablado en algunas zonas
concretas ¿que impide hacerlo con otras lenguas en proporción a su número de
hablantes en España, por ejemplo? En Suiza, concretamente, se enseña como
segunda lengua el idioma del cantón vecino. Finalmente, hay que recordar que en
Catalunya la primera vez que se estableció la enseñanza en lengua materna
(catalán o castellano) hasta la primaria fue con la creación del Consell de
l’Escola Nova Unificada (CENU) dirigido por el anarcosindicalista Joan Puig
Elias durante la Revolución Social iniciada el 19 de julio de 1936. Un
ejemplo en el que podrían inspirarse los defensores de la enseñanza en árabe
ceutí.
Alma
apátrida
Bibilografía
MOSCOSO
GARCÍA, FRANCISCO El árabe ceutí, una lengua minorizada de España Estudios
de Asia y África L: 2, 2015. Páginas 395, 398 y 399.
CORRIENTE,
FEDERICO y VICENTE, ÁNGELES Manual de dialectología neoárabe, marzo de
2008. Página 23.
Comentarios
Publicar un comentario