1) ¿Quiénes
son los baluchis?
Decía
Edmundo Fayanas Escuer, en la web Rebelión,
que había dos grandes pueblos en el mundo sin Estado: los kurdos y los
baluchis. Pero mientras que de los primeros hemos oído hablar recientemente en
los medios de comunicación, como resultado del interés coyuntural demostrado
por los Estados Unidos en tenerlos como aliados en su lucha contra Daesh, la
causa de los segundos ha pasado desapercibida a nuestros ojos. El territorio de
Baluchistán está comprendido entre Pakistán, Irán y Afganistán, la mayor parte
en el primero, y comprende una población de unos 10.000.000 de habitantes. Los
baluchis están organizados en dieciocho tribus de las cuales los Bugtis y los Marris son las principales. El jefe de cada tribu recibe el nombre
de Sardar y el de la subtribu es
conocido como malik. Esta estructura
tiene una importancia fundamental en su sociedad y explica buena parte de las
divergencias que se dan en el seno del mismo movimiento independentista.
2) Pagando los platos rotos de una nación
inventada
Parece ser
que los baluchis son originarios de Siria y llegaron al actual territorio a
inicios de la Era Cristiana. En el siglo XVIII una parte del Baluchistán era
conocido como el Reino de Kalat siendo gobernado por un Khan. Con la llegada de
los ingleses a la zona se produce un proceso de progresivo sometimiento de su autoridad
política al Imperio Británico. Cuando en 1947 se produce la descolonización, el
Khan de Kalat no acepta integrarse en el naciente Pakistán y se proclama
independiente. Como consecuencia se produce una invasión del territorio por
parte del Ejército Pakistaní y el reino queda incorporado a la fuerza. Los
baluchis se convirtieron así en víctimas de la “comunidad imaginada” pakistaní,
por usar el concepto del politólogo Benedict Anderson que parte de esta idea
para rechazar el esencialismo en la explicación del origen de los
Estados-Nación.
En este
caso dicha construcción social se basó en la llamada Teoría de las Dos Naciones
(TDN), defendida por el “Padre de la Nación” Muhammad Ali Yinnah de la Liga
Musulmana, que adscribía a una determinada confesión religiosa un carácter
nacional. Así, contraviniendo siglos de sincretismo y convivencia y en una
polarización que alimentaron en su momento los británicos, se consideraba que
hindúes y musulmanes debían disponer de dos Estados distintos. Esta dicotomía
fue alimentada también por su contraparte india, Mahatma Ghandi del Partido del
Congreso, con la asociación de la religiosidad hindú al ser nacional indio.
¿Pero realmente la religión es un elemento cohesionador suficiente para
embarcar a millones de personas en un proyecto político común? La génesis de
Pakistán está constituida por varias paradojas de las cuales el conflicto de
Baluchistán solo es uno de sus sangrantes resultados.
Por
ejemplo, si bien el proyecto de Yinnah planteaba, en su inicio, la autonomía
para las regiones de mayoría musulmana (el noroeste de la India, actual
Pakistán, y la actual Bangladesh) la influencia política de la Liga Musulmana
se encontraba en las Provincias Unidas de Agra y Oudh, donde los musulmanes eran
minoría y que eran también el lugar de origen de sus principales dirigentes.
Así como consecuencia, cuando se crea el país, después de la Partición del 15
de agosto de 1947, se implanta como idioma oficial el urdu hablado solo por un
8% de la población. Otra paradoja fue que si bien estas élites políticas
buscaron el fundamento de su nacionalismo en la religiosidad musulmana de la
población su proyecto estatal estaba basado en el laicismo. Finalmente hay que
señalar también la contradicción entre el discurso cívico de “igualdad de los
ciudadanos” que manejaban y el hecho innegable de su procedencia en los estratos
medio-altos enajenados de las demandas de las masas sociales empobrecidas.
Los
procesos de construcción de los Estados-Nación en el mundo contemporáneo se han
caracterizado, mayoritariamente, por la contradicción entre una ideología
cívica pretendidamente universalista (que hunde sus raíces en la Declaración de
los Derechos del Hombre y el Ciudadano durante la Revolución Francesa de 1789)
y el hecho innegable de que estaban sustentados en una determinada etnicidad
con pretensiones hegemónicas: Para que nos entendamos, la Revolución Francesa
hablaba francés no “patois”. También en una determinada clase como nos recuerda
la ejecución de Graco Babeuf y el fin de la “Conspiración de los Iguales” y en
un determinado género como evidenció la Declaración de los Derechos de la Mujer
de Olympe de Gouges en 1791. Respecto a lo primero, Ferran Iniesta, africanista
catalán, nos habla de los “Estados Furiosos” para describir como intentó
imponerse proceso semejante en el África Negra post-colonial, en un contexto de
diversidad étnica y lingüística, por parte de las élites independentistas
reconvertidas en burocracias de Partido Único.
En el caso
de Pakistán su pretendido universalismo islámico esconde el papel hegemónico
institucional que han jugado históricamente los muhayiries en esta sociedad. Estos fueron los musulmanes de la
India que emigraron a Pakistán después de la Partición. Llevaron el mismo
nombre que los compañeros del Profeta Muhammad que le acompañaron en la Hégira
de la Meca a Medina. Esto indica el carácter mítico asociado a su periplo que
recuerda, a su vez, la distinción entre ashraf
(musulmanes originarios) y ajlaf (conversos)
como si hubiera una voluntad de identificarse con el primer grupo con la
referencia a los albores del Islam. Esto contrasta con la denuncia que hacen
los baluchis de su infrarrepresentación en los diferentes escalones
administrativos del Estado y en los cuerpos armados (1% del Cuerpo de Fronteras
y 3% en la Guardia Costera) en beneficio de los originarios del Punjab (la
región más desarrollada y mimada por el Estado donde además se establecieron un
73% de los muhayiries).
Por otra
parte, se ha producido un incremento del Islam político militante en la región
que contrasta con el carácter secular del movimiento independentista baluchi.
Este proceso se inició con la llegada de unos 2.000.000 de refugiados pashtunes
afganos durante la invasión soviética de su país, así mismo, algunas fuentes
relacionaban a sectores de la insurgencia baluchi con los servicios secretos de
la URSS con el conflicto ideológico consecuente. Paralelo a este éxodo se fue
estableciendo una red de madrazas, apoyada por el Gobierno, donde muchos de los
refugiados se formaron en la idea del yihad
contra el comunismo “apóstata”. Esta dinámica continuó con la llegada de
talibanes huidos tras la ofensiva estadounidense de 2001. La mayoría de las
ayudas gubernamentales iban a parar a manos de los pashtunes en la provincia lo
que fue visto como una ofensa por los jefes tribales baluchis.
Finalmente,
el carácter de clase que tuvo la construcción del Estado-Nación pakistaní entra
en conflicto con el “nacionalismo de los desfavorecidos”, del que nos habla la
investigadora Ana Ballesteros en su libro Pakistán, refiriéndose a la lucha política de los
baluchis ¿Porque esta definición, que entra en contradicción con la noción más
clásica de este como ideología burguesa, y que nos obliga a estudiar caso por
caso unos movimientos independentistas que están creciendo en el mundo y a los
que, seguramente, no se pueda aplicar a todos el mismo patrón de análisis? El
Baluchistán pakistaní cuenta con grandes reservas de gas, cobre, carbón, plata,
oro, platino, aluminio y uranio que son explotadas por el Estado, en el caso
del gas, y por China, en el caso del cobre. En cambio, la población baluchi no
ve prácticamente nada de sus beneficios y padece altas tasas de analfabetismo,
falta de escuelas, hospitales y subdesarrollo en general.
Carlos
Setas Vilchez, miembro del Instituto Español de Estudios Estratégicos, en el
documento Los Conflictos de Baluchistán,
nos hace un mapeo de los grupos políticos nacionalistas baluchis. Señala que
algunos de ellos, como el Balochistan
Students Organization (BSO) y el National
Party (NP), están formados por la clase media urbana educada que emerge
como un nuevo grupo social opuesto al poder tradicional de los Sardars: estos se han opuesto
tradicionalmente a las mejoras económicas y culturales porque podrían minar sus
resortes de poder tradicionales. Así parece que tenemos una confluencia de
intereses entre el Estado Pakistaní y
los jefes tribales por mantener el subdesarrollo de la región impugnada por una
clase media nacionalista emergente que nutre también, en el caso de la BSO, a la insurgencia.
El papel
de vanguardia de los sectores educados excluidos de las oportunidades de empleo
(lumpenintelectual) ha sido estudiado
por varios autores en diferentes movimientos sociales y políticos (se puede
señalar el Movimiento Nacional de
Diplomados en Paro de Marruecos o el independentista Movimiento de Fuerzas Democráticas de Casamanza en Senegal, aunque
hay más ejemplos). De hecho, V.I. Lenin afirmaba que la clase obrera era
incapaz de tener una conciencia revolucionaria por sí misma, que debía
importarse “desde fuera” por los sectores educados de la pequeña burguesía (Amílcar
Cabral, líder independentista de Guinea y Cabo Verde, añadía que para eso debía
renunciar a sus privilegios, debía “suicidarse como clase”).
¿Hasta qué
punto esta clase media urbana educada baluchi integra organizaciones del
conjunto del pueblo o se constituye en un movimiento exclusivo de su clase?
¿Existe un proletariado baluchi al cual dirigir, según el esquema leninista,
teniendo en cuenta que las pocas oportunidades de empleo, como las del puerto
de Gwadar, están ocupadas por punyabíes con mayor cualificación técnica y nivel
educativo? Si la estructura de clases urbana se compone de una mayoría de
excluidos de la economía formal que sobreviven en sus márgenes (lumpenproletariado), como es común a los
países subdesarrollados, y si las políticas estatales favorecen a los punyabíes
y los pashtunes parece una situación difícil para los nacionalistas baluchis
que no pase por ensanchar su base social hacia estos grupos.
Ana
Ballesteros nos informa que el voto en la provincia responde al siguiente
esquema: los baluchis dividen sus apoyos entre el centro-izquierdista Partido
del Pueblo de Pakistán (PPP) y los grupos nacionalistas, y los pashtunes entre
los islamistas de la Yamaat-e Ulema-e
Islam (JUI), concretamente la facción Fazlur
Rehman, y la Liga Musulmana de Pakistán-Qaid
e-Azzam (escisión de la original de Nawaz Sharif promovida por los Servicios
de Inteligencia del Dictador Militar Pervez Musharraf). ¿Podría ser que, y a
falta de mayor información sobre la estructura de clases en la región, se diera
un sesgo entre los apoyos al PPP y a los grupos nacionalistas relacionado con
las diferencias entre los excluidos y la clase media educada? No sería el único
caso: salvando las enormes diferencias, en Catalunya la clase obrera ha votado
tradicionalmente a los socialistas mientras los jóvenes universitarios nutren
partidos como la CUP.
Hay que
señalar de nuevo que es notablemente diferente un proceso político mediante el
cual los sectores medios educados se incorporan a un movimiento de los
excluidos, disolviéndose en él como grupo, que uno en que se constituyen como
movimiento autónomo de su clase pues, en el segundo caso, es más fácil
cooptarles ya que el intelectual ha sido educado en la ideología de la
meritocracia y el reconocimiento social: puede, entonces, que llegue a
manifestarse incluso violentamente pero, normalmente, solo en la medida que hay
un sesgo entre sus expectativas de promoción y la realidad. En el caso del
Baluchistán pakistaní el acceso a la educación de una minoría a la que luego se
cierran las puertas puede estar en la base de ciertas manifestaciones de la
insurgencia. La inexistencia de una burguesía nacionalista autóctona, y el
reaccionarismo de los Sardars,
convierte en protagonistas a estos sectores medios educados (a diferencia del
independentismo catalán, por ejemplo, donde estos actúan de furgón de cola de
la primera).
4) Geopolítica del conflicto baluchi
Además hay
que tener en cuenta que, aparte de ser una región rica en recursos naturales,
se encuentra en una zona estratégica cubriendo dos ejes comerciales. El carácter
de eje fronterizo entre Irán, Afganistán e India, le convierte en un enclave
comercial entre Oriente Medio y Asia Central y del Sur. El Baluchistán iraní,
donde actúa el grupo yihadista baluchi Jundullah
(Ejercito de Dios) relacionado con Al-Qaeda, se sitúa en el área del
Estrecho de Ormuz a través del cual circula el 40% del petróleo consumido en
todo el mundo. Hay que señalar que el puerto de Gwadar es, así mismo, un
competidor directo del nuevo puerto iraní de Chabahar y podría esperarse que
Irán y Pakistán se hicieran la guerra “por intermediación” de la insurgencia
secular baluchi y Jundullah, respectivamente, siguiendo el patrón de
las “nuevas guerras” de la que nos habla la nueva ciencia política de los
conflictos. Pero no es así y, de hecho, ambos Estados han colaborado en la
represión de estos grupos.
Por otra
parte, Pakistán ha denunciado en numerosas ocasiones que la India, a través de
su Servicio de Inteligencia Research and
Analysis Wing (Raw), podría estar apoyando la insurgencia baluchi como una
manera de pagarle con su propia moneda el apoyo pakistaní a los grupos
insurgentes islámicos en la Cachemira india. Otro eje de conflicto en la región
seria el que enfrentaría a las dos superpotencias (China y Estados Unidos)
alrededor del Puerto de Gwadar: EE.UU mantiene varias bases militares en el
Golfo Pérsico pues el 60% de su petróleo importado proviene de esta región, la
buena sintonía histórica entre Pakistán y China y la posible presencia de buques
de guerra del gigante asiático en este puerto preocupa seriamente a EE.UU. Esto
lleva a afirmar a Fayanas Escuer el apoyo de este país a un sector
“panislamista baluchi”, opuesto al secularismo de los otros grupos, y del que
esperan que desestabilice también la región china del Xingchiang.
5) Conclusiones
En este
trabajo se ha visto como varias de las paradojas constituyentes de la Nación
Pakistaní afectan a los baluchis (preminencia de los punyabíes y muhayiries, fomento del islamismo y
clasismo en oposición a unas expresiones políticas caracterizadas por la
reivindicación étnica baluchi, el secularismo y, en varias ocasiones, el
izquierdismo). Cuando he hablado de “nación inventada” no quiero que se
interprete como algo exclusivo de Pakistán. Todas las naciones lo son y
considero sinceramente que el Estado-Nación es un modelo político a superar. En
consecuencia, la mayoría de independentismos los encuentro igualmente obsoletos
por aspirar a reproducir un mismo modelo que se ha demostrado que no funciona. Por
otra parte, algunos analistas hablan de que hoy en día se está produciendo un
proceso económico de glocalización (síntesis
de lo “global” y lo “local”) con el aumento de la importancia de las ciudades
como centros de decisión en detrimento de los Estados.
Karl Marx
decía que la historia siempre se repite dos veces “primero como tragedia y
luego como farsa”: quería señalar con esto que no debemos tener miramientos con
las expresiones políticas que no están ajustadas a su época. Entonces la
respuesta política a los procesos económicos de glocalización solo puede ser una propuesta de tipo confederal
superando el modelo centralizado por el de los núcleos coordinados. Esta
propuesta tiene un largo recorrido: Desde la Confederación Ibérica de Comunas
Autónomas que promovían los anarcosindicalistas españoles en 1936, pasando por
el municipalismo libertario y ecologista del estadounidense Murray Bookchin, al
actual “Confederalismo Democrático” del Partido de los Trabajadores del
Kurdistán (PKK), que propone un tipo de organización municipal transfronteriza
al margen de los Estados. Los baluchis podrían aprender mucho de los kurdos en
este sentido.
Alma
apátrida
Bibliografía
BALLESTEROS,
ANA Pakistán Editorial Sintesis,
2011. Páginas 31, 66, 104, 114.
FAYANAS
ESCUER, EDMUNDO Los baluchis de
Baluchistán Rebelión 25/01/2007.
REKONDO,
TXENTE Baluchistán, víctima de la
colonización Gara 06/01/2007.
SETAS
VILCHEZ, CARLOS Los conflictos de
Baluchistán Instituto Español de Estudios Estratégicos (ieee), 11 de
diciembre de 2012. Páginas 9-10, 14, 19-20.
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