Crónica sobre la charla “Brasil en l’actualitat: lluites populars,
extrema dreta i anarquisme social” en el Ateneu Popular la Bugadera del barrio
de Horta (Barcelona)
I
El pasado viernes 22 de marzo a
las 19:30, en un local regentado por jóvenes de la “izquierda independentista”,
la organización libertaria “Embat” organizó una charla a cargo de una
correligionaria brasileña que estuvo vinculada a la Coordenaçao Anarquista
Brasileira (CAB), representación en esta nación latinoamericana de la
autodenominada corriente “especifista” del anarquismo, sobre la situación sociopolítica
actual con el ascenso al poder del ultraderechista Jair Bolsonaro. El militante
encargado de presentar a la conferenciante hizo una pequeña disertación trufada
de las falsas dicotomías a las que nos tienen acostumbrados esta corriente:
anarquismo teórico versus anarquismo político y práctico, en la que ellos se
sitúan, y se consideran para más inri como los únicos que lo hacen, en la
segunda posición.
Personalmente considero que ya va
siendo hora de decirle a esta organización que estas falacias discursivas que
pregonan solo sirven para estigmatizar a los y las compañeras que no comparten
sus puntos de vista presentándoles, de forma distorsionada y caricaturesca, como
una suerte de “ratones de biblioteca” que supuestamente no se ensucian las
manos con las contradicciones sociales, con el único fin, me parece, de agradar
en entornos políticos opuestos, e incluso hostiles, a los planteamientos anarquistas.
Ya basta también de frivolizar con la teoría anarquista como si hubiera que
renunciar a ella para participar en las luchas sociales: esto me parece,
sinceramente, servirse de un vulgar populismo anti-intelectualista, que
desgraciadamente tiene mucha audiencia, para justificar su pragmatismo y
posibilismo político. A mi entender, los anarquistas debemos hacer comprensibles
nuestros planteamientos, sí, lo que no es igual a rebajarlos o simplificarlos pues
eso sería tomar por estúpida a la gente en lugar de contribuir a elevar su
nivel de conciencia.
II
Ya entrando en el tema de la charla,
la conferenciante se remontó a las protestas por el aumento de las tarifas de
los buses que llevó a un cuestionamiento general del “establishment”, con una
mescolanza de posiciones de izquierda y derecha, que terminó con la destitución
de Dilma Rousseff. Expresó, con pesar, como un movimiento derechista soterrado,
des del fin de la dictadura en 1985, emergió y capitalizó el descontento social
surgido de las movilizaciones. La historia del mundo contemporáneo está llena
de ejemplos de cómo la derecha sobrepasa política o electoralmente a una
izquierda militante que inició, en su momento, una ola de protestas: El Partido
Radical y la CEDA respecto a la sublevación anarcosindicalista en Casas Viejas
contra el gobierno de Azaña durante la Segunda República Española en 1933, los
ulemas iraníes de Jomeini respecto a los comunistas contra el Sha de Persia
durante la Revolución Islámica en 1979 o los “Hermanos Musulmanes” respecto los
jóvenes revolucionarios de la Plaza Tahrir contra el gobierno de Hosni Mubarak
durante la Primavera Egipcia en 2011, por poner solo algunos ejemplos.
Para el caso de Brasil, la
conferenciante culpó, acertadamente, al electoralismo y estrategia de
conciliación de clases del Partido dos Trabalhadores (PT) de la debacle, pero
también señaló como su corriente cometió el error de no prever que, ante el
fracaso de los planteamientos socialdemócratas, ascendería la ultraderecha populista
de Bolsonaro. En relación a esto, hay un debate entre los historiadores respecto
a si el auge del fascismo se correspondió con un momento de auge del movimiento
obrero revolucionario o, si por el contrario, fue la respuesta política a su
situación de repliegue después de la derrota: Este segundo enfoque relacionaría
el ascenso de Adolf Hitler al poder con el fracaso de la revolución
espartaquista o el triunfo de los camisas negras de Mussolini con el declive de
la agitación proletaria del Biennio Rosso.
En ambos casos el sindicalismo y
el socialismo reformista jugaron un papel clave en desarticular el movimiento revolucionario
mediante la represión o la búsqueda de pactos con el Estado. Esta traición de
clase allanó el camino a la bestia fascista. ¿Acaso no ha ocurrido algo
parecido respecto a la efervescencia social del 15-M y el papel desactivador de
Podemos, y su embrión dentro del mismo movimiento, que expliquen ahora el
ascenso de VOX? Sin conocer a fondo el contexto social brasileño, quizás los
militantes anarquistas de la CAB pensaron que el auge de una ultraderecha
endógena aparecería cuando más combatividad hubiera en las calles y no como la
repugnante semilla que germina en la tierra quemada por la socialdemocracia del
PT. Por eso, nunca hay que subestimar a los grupúsculos fascistas pues
recordemos que el NSDAP empezó con cuatro borrachos diciendo pendejadas en una
taberna y Amanecer Dorado haciendo fanzines de estilo underground.
La situación actualmente en
Brasil es alarmante: aparte de la presencia de una escandalosa corrupción con
la existencia de “funcionarios fantasma”, es decir, que no lo son y cobran del
Estado y la financiación ilícita de la formación política de Bolsonaro, nos
encontramos con la voluntad de declarar terroristas a los movimientos sociales
de los sin tierra y de los sin techo. También, según denunció la
conferenciante, existe la intención de liberalizar las armas en una sociedad en
la que se producen 60.000 muertes violentas al año. Respecto a este punto,
considero que no se profundizó lo suficiente pues el anarquismo revolucionario,
a mi entender, no puede caer en el discurso socialdemócrata del control de
armas que solo justifica y refuerza el monopolio de la violencia por parte del
Estado.
Según alguien, nada sospechoso de
ultraizquierdista o anarquista ortodoxo, como el cineasta estadounidense Michael
Moore, como explica en Bowling for
Columbine, los crímenes no se producen tanto por la proliferación de estas
sino por el deterioro del bienestar social y el recorte en los servicios
públicos pareja a la extensión de la ideología atomizadora del neoliberalismo
capitalista. Así, pone como ejemplo Canadá, donde también circula una
importante cantidad de armas entre la población, y no ocurren la cantidad
alarmante de asesinatos del país vecino. Respecto a este tema hay que insistir,
entonces, en el modelo de las milicias obreras y la autodefensa parejo a la
lucha, con perspectiva revolucionaria, por más conquistas sociales que
cohesionen al proletariado, como forma de vencer la ideología del “todos contra
todos”, y no dar nunca legitimidad al Estado para gestionar un tema tan
importante y sensible como la seguridad. Entendámonos: no es lo mismo la
expresión “la democracia es un fusil en el hombro de cada obrero” de V.I. Lenin
que los planteamientos reaccionarios de la Asociación Nacional del Rifle en Estados
Unidos.
III
Juan Perdigón Gutierrez (1895-1970),
conocido en Brasil como Joao Perdigao, nació en Casillas del Ángel
(Fuerteventura-Islas Canarias) y emigró a esta nación latinoamericana donde se convirtió en
uno de sus más destacados militantes anarquistas. Estuvo presente en la
formación del primer Partido Comunista do Brasil (PCB) en 1919 que, aunque
parezca sorprendente y como caso excepcional en Latinoamérica, estuvo formado
mayoritariamente por anarquistas ¿Cómo explicar esto? Hay que tener en cuenta
que, aunque pudiera llamarse así, tenía al principio poco más de PC que el
nombre, hecho que se explica por el enorme influjo que tuvo la Revolución Rusa
entre el proletariado brasileño. Se apartó, por el contrario, de la refundación
de 1922 donde se aceptan a rajatabla los planteamientos leninistas. Un proceso,
por lo tanto, donde un sector del anarquismo se fue bolchevizando, primero
simbólica e iconográficamente y luego estratégica y políticamente.
Es conocida la frase de Karl Marx
de que la historia se repite siempre dos veces “primero como tragedia y luego
como farsa”. Desde luego, la progresiva bolchevización de un sector del
anarquismo brasileño y latinoamericano fue una tragedia porque fragmentó el
movimiento y fue una de las causas, junto a otras no menos importantes como la
represión, de su progresiva pérdida de influencia social. Pero la repetición
del mismo proceso en organizaciones actuales como Embat, y sus correligionarios
brasileños, solo puede ser definida con el segundo término pues el filósofo
alemán quería explicarnos con este aforismo que debemos ser inmisericordes con
las expresiones políticas que no están ajustadas a su época, y desde luego, hoy
en día no existe precisamente el auge bolchevique que justifique semejante
viraje ideológico.
Así la conferenciante no pudo
evitar caer en la paradoja de hacer apología de unos movimientos de protesta
caracterizados por el antipartidismo y la organización en grupos de afinidad y
defender, a su vez, modelos de estructuras partidarias superados por la
historia.
Alma apátrida
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