Crónica y reflexiones
sobre la charla, acerca del anarquismo peruano y boliviano de principios del
siglo XX, en Can Vies (Sants-Barcelona)

Esta tesis de un anarquismo
“eurocentrado” o “occidentalizante” también es defendida por la compañera
mejicana Guadalupe Rivera en su folleto “¡Escucha
anarquista! Despensando el anarquismo desde el Tercer Mundo”. Personalmente
soy crítico con esta definición ya que si tenemos en cuenta que teóricos como
Bakunin y Kropotkin eran rusos, la afirmación no se sostiene muy bien si
entendemos esta nación como un híbrido entre occidente y oriente (buena parte
de su territorio está, de hecho, en Asia). ¿Cómo explicar entonces la
eslavofobia histórica de parte de la intelectualidad alemana que consideraba,
de forma racista, a estos pueblos como faltos de civilización y ajenos a la
cultura occidental? Creo que habría que definir bien que entendemos por
“Europa” o “Occidente” antes de arriesgarnos a ciertas definiciones que pueden
carecer de exactitud.
La compañera argumentó la
necesidad de estudiar comparativamente los casos de Perú y Bolivia ya que
existen realidades que superan los estrechos marcos del Estado-Nación, siendo
necesario pensar “otras geografías”, así comentó la existencia de un amplio
espacio transnacional al norte de Argentina y los dos países estudiados donde
no había prácticamente presencia estatal, circulando bienes y personas al
margen de las fronteras establecidas. Todo seguido hizo una caracterización
sociológica de los sectores sociales donde arraigó el anarquismo destacando el
artesanado, el escaso proletariado industrial y los “obreros de oficios”
(categoría intermedia donde incluyó mecánicos u obreros de la construcción).
Esto, nos comenta, produjo situaciones paradójicas como que artesanos, que
tenían a su cargo aprendices de los cuales les interesaba objetivamente
explotarlos lo más posible, lucharan de todas formas por la consecución de las 8
horas.
También señaló como el anarquismo
se adaptó y fundió con tradiciones de trabajo colectivo indígenas como el ayllu llegando a fundarse federaciones
obreras específicamente indígenas con gran participación de campesinos del
interior. Lo mismo afirmó en el caso de las mujeres pues se tiene constancia de
la existencia de federaciones obreras femeninas. Se puntualizó que el origen
del anarquismo en estas dos naciones latinoamericanas cabía situarlo en las
postrimerías de la “Guerra del Pacífico” (que enfrentó Perú y Bolivia contra
Chile y que tuvo como consecuencia para la segunda la pérdida de su salida al
océano) y que se produjo un desfase temporal en cuanto al desarrollo de las
ideas porque cuando en Perú estaba ya en decadencia en Bolivia se estaba en
plena época de florecimiento. De todas maneras, destacó que para el conjunto de
América Latina se puede hablar de la década de los 30 del siglo pasado como
momento en que el anarquismo empieza a perder fuelle entre los sectores obreros
y campesinos.
En consecuencia explicó, y para
mí fue la parte más interesante en cuanto a autocrítica, los principales
motivos de esta decadencia. Expuso tres: por un lado la represión estatal (de
la que recuerdo la incautación de un manifiesto anarquista boliviano que, a pesar
de todo, logró ser publicado por otros periódicos anarquistas de la región), el
impacto de la Revolución Rusa que produjo la conversión al bolchevismo de
amplios sectores de las masas trabajadoras (si bien señaló, también, que el
debate entre las dos corrientes fue ganado, en un primer momento, por el
anarquismo) y la aparición de movimientos políticos nacional-populares, a veces
sustentados en sectores del Ejército. Comentó que en Perú, por ejemplo, el
comunista Mariátegui y el populista Haya de la Torre constituyeron fuertes
rivales del anarquismo: a través de las llamadas “Universidades Populares”,
fundadas por el segundo, amplios sectores de la clase trabajadora entraron en
contacto con estas nuevas ideologías.
Una vez terminó la exposición
hubo varias intervenciones del público de las que recuerdo dos: una pretendía
profundizar en los motivos por los cuales, a diferencia de España con la CNT,
la Revolución Rusa produjo un quiebre en algunas organizaciones sindicales
anarquistas latinoamericanas entre los partidarios de apoyarla críticamente y
los más ortodoxos que lo rechazaban categóricamente, a lo que la compañera
respondió que quizás lo incipiente del desarrollo del anarquismo contribuyó a
que no se mantuviera la cohesión (destacó que, por ejemplo, en Bolivia cuando
se produce dicha revolución apenas existían algunos núcleos dispersos de
activistas y propagadores de la idea). Otra intervención preguntó por la
situación actual del anarquismo en estos lares, a lo que señaló la
participación de individualidades libertarias en la lucha boliviana en contra
de la carretera por el TIPNIS (un parque nacional y territorio indígena
protegido): recordemos que hace unos años el gobierno de Evo Morales llevó a
cabo unas razias represivas contra compañeros/as anarquistas enmarcadas en la
criminalización de esta lucha, en las cuales hubo acusaciones cruzadas entre
integrantes del movimiento libertario de “aventurerismo” y “delación” a raíz de
algunas acciones directas.

En todo caso, cabría como
pregunta porque el lerrouxismo en España, cuyo republicanismo y
anticlericalismo estridente tenía también características nacional-populares,
no tuvo el mismo éxito contra el anarcosindicalismo de la CNT. Quizás en la
mayor solidez del proceso de industrialización, y como consecuencia una clase
obrera políticamente más cohesionada, esté la respuesta pero son preguntas
difíciles de responder y que quiero dejar ahí.
Finalmente, quiero pedir
disculpas de antemano si he obviado, por olvido, algún tema de la exposición o
si alguno no ha sido interpretado correctamente. Cualquier crítica de los
asistentes, ponente, etc. será bienvenida.
Alma apátrida
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